lunes, 24 de diciembre de 2007

Feliz Navidad!!!!!!!!! (All You Need Is Love)


Queridos Amigos y Herejes:

En estas fechas no suelo entregarme de brazos abiertos a la algazara comercial que, repentinamente, se apodera del mundo.
El amor a los demás (y a nosotros mismos) no es patrimonio de una fecha en el calendario ni viene envuelto en papel celofán, con dedicatoria incluida.
Sólo quisiera recordarles que, hace un par de miles de años, en una región pobre y perdida de Palestina, habitó un hombre (que antes fue un niño malcriado y travieso, de seguro) que revolucionó la historia de la humanidad con sus enseñanzas de amor y paz. Lamentablemente –como suele suceder desde siempre- no aprendimos su mensaje y lo adecuamos a nuestra conveniencia, haciéndolo inofensivo y rebajándolo a una figurita de yeso, inmóvil y estática, que depositamos en un pesebre cada diciembre para después, en enero, envolverlo en papel periódico (como si fuera un pescado) y olvidarnos de él.
Intuyo que, si él acaso es también Dios, andaría en cualquier parte menos en las iglesias que acaparan su representación y se reiría mucho de los grandes almacenes que llenan sus arcas con su excusa.

Hace no tantos años, en otro ámbito, cuatro jóvenes desmelenados intentaron mejorar el mundo con sus guitarras eléctricas. Sus canciones son también un mensaje de amor y paz. Una de ellas –la que particularmente es mi preferida- resume perfectamente el mensaje del palestino cuyo nacimiento ahora celebramos: All you Need is Love.

Entonces, queridos amigos, ya lo sabemos: All you Need is Love.

Con paz, amor y música,

El Hereje Impenitente

martes, 18 de diciembre de 2007

Lo que el Viento también se Llevó

Después de un viaje relámpago por Huaraz, trabajo de por medio, yendo y viniendo entre buses interprovinciales y aviones, con sueños interrumpidos abruptamente y sobresaltos, retomo mi hoguera habitual, con un tema sobre el cual quise hablar desde que vi la película, hace un par de semanas atrás.

Usualmente desconfío de eso que se suele llamar 'cine clásico', ropaje bajo el cual se esconden defectos de toda laya e historias insoportablemente románticas, cursis y aburridas (todo en ese orden). El gato por liebre suele agazaparse tras el título de 'clásico' y, si tengo la oportunidad, no pierdo tiempo tratando de darle una oportunidad a la historia que se esconde tras esa etiqueta.

El problema es que la ignorancia es atrevida -confesión de parte- e ingenuamente creemos que la vida y sus problemas comienzan y terminan con nosotros, que antes de nuestra existencia todo es descartable y nada hay por rescatar. Esta película me enseñó esas y otras cosas.

Para empezar en "Lo que el Viento se Llevó" (1939) estamos ante una historia digna de cualquier novela negra que se precie, apuntemos:

1) La heroina es una engreida, egoista y estúpida niña blanca del sur terrateniente de los Estados Unidos en plena Guerra de Secesión que confunde sus sentimientos creyendo -únicamente por orgullo propio herido- que ama desesperadamente a su primo -casado con otra mujer todo un ramillete de virtudes- cuando en realidad el amor de su vida pasa por sus narices. Vivien Leigh interpreta magistralmente a Scarlett O'hara (después de un casting que duró dos años y tuvo a 1,400 postulantes haciendo cola) y su belleza va a la par de su actuación.


2) El protagonista es un Clark Gable -Rhet Buttler- canchero, mujeriego y jugador, que reniega sabiamente de la guerra y aun cuando ama con locura a Scarlett se cansa rápidamente de su egoismo y desamor y comienza a maltratarla paciente y tenazmente (la arroja de la escaleras y pierde un embarazo). El amor ofrecido por el personaje de Gable no es incondicional -como en las historias cursis y romanticonas de las que hablaba anteriormente- y ante la ausencia de una correspondencia abandona rápidamente la ilusión y decide poner tierra de por medio. Es memorable la frase que Gable le dedica a Scarlett cuando, al final de la historia, ella le confiesa su equívoco y le pide otra oportunidad: "Frankly my dear, I don't give a damn" ("francamente, querida, me importa un carajo").

3) Toda la estupidez de la Guerra de Secesión sirve como marco de fondo y hay miseria, discriminación y odios repartidos a lo largo de la película. Para ser 1939 la historia es demasiado osada e iconoclasta: los negros liberados -con excepción de los esclavos que sirven a sus amos- son ruines y delincuentes. El amor es aplastado por el egoismo y estupidez de sus protagonistas. No hay un final feliz porque la vida carece de ellos.

David O. Selznick
fue el artífice de esta película que casi no llega a filmarse del todo y que reta la paciencia del espectador (dura 3 horas y media, pero, justo es decirlo, casi ni se sienten). En 1939 ganó 8 Oscar de la Academia -incluyendo mejor película y mejor actriz- y en considerada como una de las mejores películas de toda la historia.

Por mi parte, cuando tenga una película clásica a la mano me lo pensaré dos veces antes de dejarla pasar.

martes, 11 de diciembre de 2007

Yer Blues: 27 Años sin Lennon


El día 8 de diciembre se cumplió el 27º aniversario de la muerte de John Lennon.
27 años son toda una vida (sino que lo diga Cobain y compañía).
El día de hoy, los que quieren y respetan al maestro recordarán su lado más humano y social y ese hermoso manifiesto llamado 'Imagine' sonará sin parar en casi todas las radios del mundo.
Desde esta humilde hoguera también queremos rendir un homenaje a Lennon como lo que también fue: un rockero de polendas y un compositor excepcional.
'Yer Blues' es quizás la más desgarradora y bluesera canción que compuso en su época beatle.
El día de hoy la escucharé más de una vez.
Descansa en paz, maestro!!!!!!!!!!!

domingo, 2 de diciembre de 2007

El Arquitecto del Universo

"Anciano de los Días" (1794) acuarela del poeta inglés William Blake donde se representa a Dios como el Arquitecto del Universo. Quien tenga oidos para oir, que oiga (Lucas 8, 8)

El Capitán Alatriste

Existen personajes que superan en fama y vida propia a su autor.

Nacen de una pluma iluminada y de pronto -por su valor, por su independencia o vaya a saber Dios por qué- cobran existencia independiente, se rebelan a su creador y viven al margen de él, casi a su pesar.

Pensemos, por ejemplo, en el sagaz y cocaínomano Sherlock Holmes, vivió a la contra de su padre sir Arthur Conan Doyle y éste no hallaba la forma de deshacerse de él. Quiso matarlo muchas veces y muchas veces se lo impidió el buen Holmes, desapareciendo y volviendo a aparecer, hasta que un día perdió la batalla contra su creador.

Vayamos a Sandokán, aquel corsario intrépido, llamado el tigre de la malasia, flagelo de ingleses y héroe por excelencia de cualquier adolescente que se precie. Sabemos mucho de él y de sus incontables aventuras al lado del fiel Yañez, de su padre Emilio Salgari solo sabemos que fue italiano.

De esta ilustre estirpe es Diego Alatriste y Tenorio, conocido en los campos de batalla, en los corrales de comedia y en los mares corsarios como El Capitán Alatriste.

Soldado veterano de los tercios de Flandes, malvive en el Madrid del Siglo XVII alquilando a su espada a causas justas -y otras no tanto-, pero siempre honesto, honrado y valiente. Ultimo representante de una legión de hombres decididos que hicieron de España una potencia temida en Europa, se rebela -aunque poco puede hacer- contra una corte española corrupta y en plena decadencia, plagada de nobles mezquinos, ensotanados avaros y burócratas insensibles.

Amigo personal de Francisco de Quevedo, el Capitán Alatriste se ve enfrascado en innumerables aventuras de una España venida a menos, bien sea por su sentido honor o su lengua afilada, al igual que el acero de su espada y el cebo de su arcabuz.

"El Capitán Alatriste" (1996), "Limpieza de Sangre" (1997), "El Sol de Breda" (1998), "El Oro del Rey" (2000), "El Caballero del Jubón Amarillo" (2003) y últimamente "Corsarios de Levante" (2006) son las seis primeras entregas de las aventuras y desvelos del Capitán Alatriste (narradas por su paje, hijo adoptivo y compañero de desventuras Iñigo Balboa), a la cual todavía siguen otras tres, hasta su ingrato final en la batalla de Rocroi en 1643 (Francia) al mando de un tercio español.

Este es el Capitán Diego Alatriste y Tenorio. De su creador Arturo Perez-Reverte hablaremos otro día. "No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes." (del inicio de El Capitán Alatriste)

domingo, 25 de noviembre de 2007

House M.D. - "You Can't Always Get What You Want"

Esta canción de los Rolling Stones pertenece al soundtrack de las vidas de mucha gente que conozco(y de la mía por supuesto).
También es una de las canciones principales del soundtrack de House M.D.
Aquí se la dejo. Y no olviden que:
"You can't always get what you want / But if you try sometimes you might find / You get what you need"

House M.D: La Anarquía como una de las Bellas Artes


Pocas series más adictivas que House M.D.

Y conste que no soy de púpila fácil. De esos que se encandilan capítulo tras capítulo frente al televisor como idiotas porque sacan una paloma del chistero de cuando en vez. Nones. Pero House M.D. -debo reconocerlo- fue amor a primera vista.

Hugh Laurie (en excelente interpretación, dos Globos de Oro al bolsillo) encarna al médico Gregory House: lisiado, huraño, anarquista, cínico y adicto a la vicodina. Mezcla de Sherlock Holmes y Bernard Shaw, House desentraña los más insólitos casos médicos a través de la deducción y de los diálogos socráticos con sus asistentes (dos hombres y una mujer, todos médicos, que son el contrapunto perfecto para desfogar las fobias del maniático House).

Como jefe del departamento de diagnóstico del hospital universitario Princeton-Plainsboro, House trabaja los más insólitos casos clínicos partiendo de la premisa que todos los pacientes (y en general todos los seres humanos) hacen de la mentira una forma de vida. Por eso muy pocas veces habla con sus pacientes para preguntarles dónde les duele. Siempre ocultarán algo -esencial para el desarrollo del caso- y House debe descubrir qué. Antes que sea demasiado tarde.

Su trabajo es de gabinete, de detective solitario reconstruyendo piezas de un rompecabezas tremendamente complicado. Algunas veces -la mayoría- acierta. Las otras, son gajes del oficio.

Manipulador y anarquista, House suele destruir intelectualmente a quien se le ponga al frente. Ignora los buenos modales y la corrección política y detesta las reglas del mundo civilizado (sobretodo las del hospital donde trabaja). Con su bastón a cuestas y sus píldoras para la felicidad -Vicodina- House parece un Diógenes redivivo en pleno siglo XXI, predispuesto a descreer de todo y de todos.

La serie ya va en su Cuarta Temporada y gracias a mi casero pirata del centro comercial de la ciudad (el único donde puedes encontrar toda la colección de Buñuel) pude ver los tres primeros capítulos. Aquí, solo (recordemos que en el final de la tercera temporada botó e hizo renunciar a todos sus asistentes) debe enfrentarse a la cruel tarea de entrevistar médicos para suplirlos, mientras se enfrenta a rarísimos casos clínicos. Siendo como es, la tarea nunca es aburrida.

House M.D. o la anarquía como una de las bellas artes.

martes, 13 de noviembre de 2007

Silencio Carajo!

Yo de monárquico no tengo nada.
Los reyes, príncipes y princesas me interesan un comino y me los paso por el forro.
Que alguien, por el simple hecho de su nacimiento, sea predestinado a cierta dignidad sucesoria me parece un despropósito en pleno siglo XXI.
Sin embargo, luego de escuchar a Juan Carlos hacer callar al sátrapa caribeño (a cualquiera hincha las pelotas tremenda verborrea insulsa), no puedo menos que declararme seguidor del borbón y más monárquico que nunca.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Andrés Calamaro y Los Rodriguez... "Diez Años Después"

El rock cantado en nuestro idioma no sería el mismo sin Andrés Calamaro y Los Rodriguez.
‘Diez Años Después’ es toda una declaración de principios.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Gods and Monsters



El sábado transcurría aburrido. A la tarde hay muy poco que hacer, así que desempaco una película comprada hace unas semanas y hago rodar el DVD. Espero una sorpresa. Y vaya que me la encuentro.


"Dioses y Monstruos" (Gods and Monsters, 1998) es una película inglesa del director Bill Condon ('Kinsey', 'Dreamgirls') quien adapta la novela "El Padre de Frankenstein" de Christopher Bram (y ganó un Oscar a mejor guión adaptado por ello) para narrar los últimos días del director de cine James Whale.


James Whale (Ian McKellen) es un director de cine retirado, excéntrico, aristócrata y homosexual. Gozó de gloria al dirigir ‘Frankenstein’, ‘El Hombre Invisible’ y ‘La Novia de Frankenstein’ en un Hollywood lleno de glamour, hipocresía y closets repletos de gente que no decide salir de él.

Anciano, con la mente atosigada por imágenes del pasado a causa de un derrame cerebral, Whale mantiene una batalla entre el deseo carnal (siempre fue aficionado a la gente joven) y sus solitarios días.

La película desarrolla su trama cuando el joven jardinero Clay (Brenda Fraser) entra al servicio de Whale. A partir de allí surge una extraña amistad entre ambos (mezcla de admiración, cariño, soledades compartidas y amor) donde Whale –ya al final del camino- encuentra al fin un interlocutor válido para volcar la soledad y las imágenes del pasado que lo atormentan.

Mención aparte merece la magistral interpretación de sir Ian McKellen (considerado como uno de los mejores intérpretes de Shakespeare). Como Whale en su época, McKellen también declaró abiertamente su homosexualidad, remeciendo a la pacatos y aburridos ingleses y al mundillo hipócrita de Hollywood. Brendan Fraser también está a la altura de las circunstancias, demostrando que no sólo las idiotas comedias masivas son lo suyo.

Más allá de la homosexualidad de su protagonista (ése no es el tema principal de la película ni mucho menos) Gods and Monsters’ es una historia acerca de la amistad, la soledad y el genio creador. Y de los dioses y monstruos que habitan en el interior de cada uno de nosotros.

En fin, que el sábado pasado estuvo plenamente justificado.


La Medición del Mundo



Intentar medir el mundo es una tarea complicada.

Y lo era aún más en el siglo XVIII, cuando no sabíamos lo que sabemos ahora y los aparatejos tecnológicos estaban en pañales (hoy en día, cualquier idiota dotado de un GPS puede determinar su posición exacta en el orbe).

Alexander von Humboldt y Carl Friedrich Gauss, alemanes, lo intentaron, cada uno a su modo (en cierto modo triunfaron y también fracasaron).

Humboldt, avezado viajero, desde muy joven recorrió el orbe, tratando de comprender a la naturaleza y descifrar los secretos que encierra. Ásceta, célibe y decidido, viajó por la selva del Orinoco, anduvo por la América Central y también por la del Sur, ascendió montañas y volcanes, descendió profundidades y cavernas, ávido por medir el mundo y encontrar el secreto último de sus entrañas.

Gauss, matemático excepcional ("el príncipe de las matemáticas" le llamaban), mente privilegiada y espíritu cínico, intentó también medir el mundo, sin moverse de su escritorio. Anarquista, putañero y mañosón, dejó de lado a la novia en plena noche de bodas para apuntar una fórmula matemática que acababa de ocurrírsele. Intentó hurgar el espíritu último del número y no dudaba de tratar de ignorantes y asnos a quienes no estaban a su altura.

Ambos murieron ancianos, incomprendidos y con una rara sensación de haber vivido en vano.
Y quizás el destino de los genios sea siempre el mismo: adelantados a su tiempo, llevan la maldición de Casandra a cuestas.

De estos dos científicos y de otras cosas también trata la divertida novela 'La Medición del Mundo' (Die Vermessung der Welt -a ver si la consigues, kaiser-) del joven alemán Daniel Kehlmann. Más allá de un simple recuento de anécdotas científicas el espíritu del libro es otro... ¿Cuál es la naturaleza del genio? ¿cuál su destino? ¿De qué material está hecho su voluntad?

Altamente recomendable para aquellos que buscan divertirse, aprender y no perder el tiempo tratando de buscar los tres pies al gato.






Alexander Von Humbolt y Carl Friedrich Gauss, científicos, genios y alemanes.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Tristeza


El día de hoy recibí una ingrata noticia.
El papá de un amigo muy querido (también blogger) ha fallecido.
Son muy pocas las cosas que se pueden decir en un momento como este.
Fuerza Cristian!!!!!!!!!

sábado, 3 de noviembre de 2007

El Gorila y sus Macacos

Ignoro qué maligno karma estará purgando latinoamérica para sufrir a los gobernantes que le tocan. Quizás el problema no sea de las bestias negras que acceden al poder sino de las dóciles piaras que les dejan perpetuarse en él.

Venezuela es el caso más patético de esta tierra apartada de la mano de Dios. Regida por un cachaco iluminado, despilfarra alegremente el petróleo que no durará toda la vida para construir un sueño bolivariano que más parece una pesadilla. Al más puro estilo stanilista desarrolla un culto a la personalidad donde el fetiche mayor es un zambo decidor de incoherencias que lleva al abismo a toda su población y se zurra en cualquier práctica mínimamente democrática.

La última de este oscuro personaje (sería bufonesco sino detentara el poder que ostenta) es la elaboración de una serie de enmiendas constitucionales que deberán ser ratificadas el 02 de diciembre (ya sabemos cuán limpio será este proceso), de la cual pueden extraerse perlas como las siguientes:

  1. Reelección presidencial sucesiva, extendiendo el periodo de gobierno de 6 a 7 años.
  2. El pueblo es el depositario de la soberanía y la ejerce directamente a través del Poder Popular (¿?).
  3. Las comunas serán las células geohumanas del territorio y estarán conformadas por las comunidades, cada una de las cuales constituirá el núcleo especial básico e indivisible del Estado Socialista Venezolano.
  4. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana constituye un cuerpo patriótico, popular y antiimperialista.

Una gran mayoría de estudiantes universitarios (ya sabemos que los jóvenes son los primeros en detectar que algo se pudre en Dinamarca) han salido a protestar contra éstas y otras enmiendas salidas de los cerebros de los 'trespatines' del régimen chavista. Huelga decir que han sido reprimidos con barbarie y crueldad.

Pobre Venezuela. Gobernada por un gorila y su ramillete de macacos.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Choque y Fuga


Tengo un defecto. Si husmeo en una librería y tengo algo de dinero en el bolsillo, usualmente compro algo. No importa qué. Siempre encontraré un libro que despierte mi entusiasmo o sino me lo invento y engaño a mi instinto, tratando de justificar el gasto. Novela histórica, crónica, historia, ficción pura y simple, etc., el género es lo de menos, lo demás es deshacerme de los soles que me sobran (en ese momento).

En uno de estos adictivos arranques compré el libro de cuentos "Punto de Fuga" del peruano Jeremías Gamboa, quien, en la contratapa, señala como una de sus mayores credenciales haber sido editor adjunto de la revista "Somos" (¿?).

El caso es que acabo de terminar de leer el último cuento del referido libraco y lo primero que se viene a la cabeza es que para escribir como Cortázar hay que serlo pues. Lo demás será esfuerzo, aplicados ejercicios, sudor, angustia, horas de horas esperando sentado la inspiración divina, pero hasta ahí nomás. No sé porqué en algunos de los cuentos percibo un afán cortazariano, unas ganas de perseverar en la inconclusión, de confundir al lector, de perderse en los detalles, el problema es que las costuras saltan a la vista -y los remiendos también-.
Sin embargo no todo está perdido. En algunos cuentos, cuando el autor renuncia a lo aprendido en la escuela y se deja llevar por el instinto, las cosas mejoran notablemente. Y los cuentos se dejan leer, casi redondos. Eso ocurre, por ejemplo, con "María José", "Tierra Prometida" y, sobretodo, con "Un Responso por el Cine Colón" (sin duda lo mejor del libro) historia donde un grupo de porneros consumados (entre los cuales podrían incluirse fácilmente a Puñalon, No Future y Kaiserkeller) deciden rebelarse contra el individuo que proyecta las películas en el viejo cine Colón, pues la porno del día no se encontraba a la altura de las circunstancias.
En resumen, una vez más mi cumpulsión compradora equivocó el tiro. Para otra vez será.

miércoles, 31 de octubre de 2007

The Velvet Underground - Rock and Roll

Hoy es 31 de octubre.
Me resisto a celebrar canciones que hablan sobre víboras, malos pasos y plebeyos. De igual manera, renuncio a disfrazarme y, haciendo el ridículo, bailar cumbias pegadas y apestosas.
Prefiero poner la Velvet Underground en mi auto y huir con rumbo desconocido....

martes, 30 de octubre de 2007

El Imberbe y el Cachetón (o Sendero Luminoso para Principiantes)

Santiago Roncagliolo ha traido cola con la publicación de "La Cuarta Espada. La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso" (Debate, 2007). Desde múltiples zonas, orificios y agujeros (muchos provenientes de la blogósfera) le han caido con todo y -quizás- con razón.

En las primeras páginas el buen Santiaguito confiesa que empieza eligiendo el tema porque vende: "O porque yo creo que vende. O porque es lo único que puedo vender. Siempre he sido un mercenario de las palabras. Escribir es lo único que sé hacer y trato de amortizarlo. Ahora vivo en España y trato de hacerme un lugar como periodista. Necesito algo novedoso, y el tema de actualidad en el último año, tras el 11-M, es el terrorismo" (página 23). ¿Honestidad brutal? ¿insensatez? En todo caso ya sabemos el público al cual está destinado el libro: europeos aburridos de sus propios grupetes violentistas y ávidos por historias sanguinarias tercermundistas envueltas en papel celofán. Libro avisado no espanta gente.

Más adelante, nuestro imberbe escritor dispara: "Un mes después, aterrizo en mi ciudad con la sensación de que me he metido en un lío. Para empezar, no sé nada realmente" (página 24). ¿Y, entonces, sino sabe nada, de dónde salió Abril Rojo? Mejor hubiera empezado preguntándole a Daniel Alarcón, digo yo.

Las perlas no acaban y algunas realmente son de antología. Como aquella que compara la ideología de los senderistas con la "Fuerza" del jedi Luke Skywalker (página 71). O aquella donde señala que de tanto leer literatura marxista y conversado con simpatizantes de Sendero Luminoso ya no puede caminar sin ignorar a los mendigos de Lima y siente rabia y culpabilidad por eso (página 188). El cénit de la inoculación de su nueva conciencia popular llega cuando en el balneario de Asia, entre cebiches y cervezas, alza la voz a un amigo pituco espetándole que en esa playa no pueden bañarse los 'pobres' (página 191).

Ahora bien ¿son estos traspiés deliberados o ingenuos suficientes para destazar al libro y su autor?. Me parece que no. Conozco a muchos que sacaron el palo y el puñal y pegaron fuerte que morirían por tener la cobertura que tiene este libraco y suscribirían con puntos y comas tantas o más barrabasadas como las descritas anteriormente con tal de gozar de la publicidad de la espada de juguete del buen Santiaguito.

El libro se deja leer y su ritmo es ágil, quizás debido a su naturaleza light (tampoco nadie está para releer la Entrevista del Siglo y aquilatar a pie de página las sandeces materialistas y dialécticas esbozadas por el cachetón iluminado). Pero eso siempre se agradece. Santiaguito demuestra destreza en el oficio y sería mezquino no reconocerlo.

¿Historia superficial, tenue y oportunista?. Sí. ¿Imberbe metido en ligas mayores? También. ¿Oportunidad para descalificar a Roncagliolo como escritor y cronista? Aún no.

El tren de la Historia deberá juzgarlo.

viernes, 26 de octubre de 2007

martes, 23 de octubre de 2007

En Brazos de la Fiebre


Todo empezó el viernes pasado.
Un ligero dolor de huesos en ambas piernas y un sudor helado recorriéndolas anunciaban la hecatombe. Luego, a la noche, escalofríos y sudores, alucinaciones, desataban la fiebre y los demonios escondidos en el cuerpo de este hereje servidor. Garras de hielo atravesaban los huesos y cualquier maldición resultaba insuficiente. Con tanto frío, el infierno parecía un buen lugar.
Reacio a luchar con armas químicas, en medio del delirio, me niego a ingerir pastilla alguna y me aviento –pecho descubierto- a la fiebre y sus excesos. Innumerables batallas imaginarias se libran esa noche y yo pierdo casi todas.
Empapado en mi sudor veo amanecer –por fin- e iluso creo que lo peor pasó.
Sábado, domingo –me censan desvariando- y lunes, la fiebre (idéntica, invariable, resistente) me atrapa, con alevosía de nocturnidad, y me lleva a sus oscuros dominios.
Tal es el caldero donde me cocino lentamente que hasta contemplo la posibilidad de recurrir al Seguro Social –¡Horror¡- y dejarme hacer por aquellos médicos ignorantes, matasanos e indolentes, tan preocupados por la salud del prójimo como por el último libro de Habermas. Un último rapto de lucidez me hace desistir, pero las fuerzas fallan y no creo que pueda soportar más.
Repleto de paracetamol burlo, por horas, a mi pequeño infierno particular pero la vigilia se confunde con el sueño y no sé donde despertar o seguir durmiendo. A estas alturas, mi garganta es un hoyo de clavos y vidrios rotos. Pasar saliva es una tortura del Santo Oficio.
Hoy martes me di por vencido, acudo a una querida amiga farmaceútica y descubro para ella mi lampiña nalga. Una aguja destila en mí un cóctel Lincomicina y Dexametasona y me siento un poco mejor.
Espero a la noche la fiebre para librar la última batalla.


“Con los brazos de la fiebre que aún abarcan mi frente/lo he pensado mejor.
Y desataré las serpientes de la vanidad./El paraíso es escuchar,el miedo es un ladrón/ al que no guardo rencor/y el dolor es un ensayo de la muerte”.
(Héroes del Silencio, En Brazos de la Fiebre).

domingo, 14 de octubre de 2007

Canción o De Que Callada Manera (al estilo de Pablo Milanés)


¿Qué quieren? Después de años -gracias al mp3- escucho este poema de Nicolás Guillén en el insuperable filin de Pablito Milanés. Hasta los herejes tienen su corazoncito.
.......
.......
¡De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera!
¡Yo, muriendo!
...
Y de que modo sutil
me derramo en la camisa
todas las flores de abril
...
¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera la primavera?
¡No soy tanto!
...
En cambio, ¡Qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!
...
De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera
¡Yo, muriendo!

viernes, 12 de octubre de 2007

NOBEL DE LITERATURA 2007: DESCONOZCO MAYORMENTE


A esta tía -con cara de abuelita campesina holandesa- la Academia Sueca le ha concedido el premio Nobel de Literatura para este año.

De seguro no faltará gente -nunca faltan- que comiencen a alabar la obra de la abuelita, a decir que es muy importante, que ya era hora que se lo dieran y todo eso.

Particularmente, la Academia Sueca me aburre más cada año con sus elecciones.

Al enterarme de la elección de la abuelita, solo puedo repetir lo que el guachimán de mi cuadra cuando le preguntas por alguna información: DESCONOZCO MAYORMENTE, SEÑOR.

martes, 9 de octubre de 2007

Lo justo, Daniel Alarcón


En un interminable viaje ferroviario Machu Picchu-Cusco (materia de comentarios posteriores) pude terminar el libro de cuentos del peruano-norteamericano Daniel Alarcón "Guerra a la Luz de las Velas"(2006). Ya hacía unas cuantas semanas había despachado su primera novela "Radio Ciudad Perdida" (2007).

Al pasar la última página de los dos libros el balance es positivo. Sin duda la novela supera -en su conjunto- a los cuentos (realizados éstos más bien como un ejercicio de técnica, como un aprendizaje literario) y refleja la madurez del oficio con que este desmelenado chibolo se para -con pana y concha- en la cancha de los escritores consagrados. A sus casi 30 años Daniel Alarcón tiene aún la edad suficiente para catalogarlo como una joven promesa (no olvidemos que la literatura peruana está plagada de jóvenes que lo fueron y que ahora son tristes realidades).

"Lost City Radio" en su título original (no olvidemos que Alarcón escribe en inglés y en este lado del río lo leemos en traducción) aborda el tema de la violencia política pero sin ambientarla en ningún lugar en especial. El país no tiene nombre y sus ciudades se llaman por números. Alarcón se desmarca así de los interminables anaqueles de novelas que -inutilmente- han querido convertirse en los retratos de la violencia peruana en los '80 y 90'. La violencia está ahí y recorre todo el engranaje de la novela, pero como un halo sutil, una presencia ubicua que todo lo puebla y corrompe. El esfuerzo y el planteamiento de la historia en Alarcón dan resultados. Estamos ante una de las mejores historias sobre la violencia política peruana que se hayan escrito desde hace muchos años (quizás desde "Historia de Mayta" de Vargas Llosa).

Los cuentos que integran "Guerra a la Luz de las Velas" parecen más bien escritos para experimentar con técnicas que para contar historias, sin que último esto sea necesariamente un demérito. Sin embargo, en este libro quizás lo sea. Las costuras que unen las historias en algunos cuentos se ven más de lo necesario. Sin embargo, existen otros donde la historia encaja perfectamente con la técnica. En ese sentido, quizás el cuento que más sobresalga sea "Ciudad de Payasos" (Lima es eso, una ciudad poblada de payasos) y "Guerra a la Luz de las Velas" (por primera vez un personaje senderista retratado en toda su humanidad, imparcialmente, sin loas ni diatribas). En el recuento de los daños, me parece que lo de Alarcón es la novela, el largo aliento que supone ganar la pelea por puntos y no por knock out.

En resumen, aplausos y publicidad merecida. Esperemos un poco -la segunda novela- para ver si nos ponemos de pie.

jueves, 4 de octubre de 2007

"A todos los prófugos del mundo"



El 03 de octubre se cumplen 30 años desde que Luchito Hernandez decidió acabar con todo y convertirse en un prófugo del mundo.

Ahora que los aniversarios están de moda y solo nos acordamos de los muertos cuando mueren un año más y todos son amigos de Lucho y todos lo conocían y querían, hagamos silencio y recordemoslo con poesía, como debe ser:

"A todos los prófugos del mundo, a quienes quisieron contemplar el mundo, a los prófugos y a los físicos puros, a las teorías restringidas y a la generalizada. A todas las cervezas junto al mar. A todos los que, en el fondo, tiemblan al ver un guardia. A los que aman a pesar de su dolor y el dolor que el tiempo hace florecer en el alma".
(Luis Hernández Camarero)




miércoles, 3 de octubre de 2007

Los Jefes



Después de varias lunas retomo mi herética bitácora.

Unas vacaciones frustradas y algunos asuntos laborales urgentes que atender me impidieron seguir escribiendo con la frecuencia que hubiese deseado.

Por otro lado, contra todas mis creencias y certezas he aceptado un cargo 'gerencial' -como escribirían los huachafos- dentro de mi trabajo, de jerarquía y de mayor responsabilidad. Tendré la desgracia de dirigir a otros seres humanos. Pobres ellos y pobre yo.

Me parece que existe algo de masoquismo oculto en la ambición de poder. Sentir que uno encuentra el sentido de su vida al dirigir la de otros refleja -creo- una visión del mundo bastante limitada. Origen de todos los conflictos pasados y los que vendrán.

Mario Benedetti escribe en La Tregua: "Nunca me sentí atraido por las jerarquías. Mi lema secreto: 'cuanto menos jerarquías, menos responsabilidad'. La verdad es que uno vive más cómodo sin grandes cargos".

El tiempo dirá si debí hacerle caso.

lunes, 17 de setiembre de 2007

Erasmo y mi abuelo


De mi extinto abuelo materno aprendí muchas cosas: su estricto sentido del orden y su espartana vocación por la disciplina, por ejemplo. También aprendí a lidiar con su legendario y arequipeño malhumor que, a veces, afloraba contra todo lo que se moviera en el mundo.

En los dos años que viví en su casa, estudiando en la universidad, en ese difícil tránsito de la adolescencia a la juventud, creo que me gané su cariño y su respeto. También aprendí cosas fundamentales para mi existencia futura.

Recuerdo especialmente una anécdota de esa vida pasada. Llegué borracho al departamento, tambaleándome, con la cabeza girando a mil revoluciones, luego de dar cuenta -junto con un amigo de aquellos primeros años en la universidad- de varios litros de vino -en envase tetra pack- comprados al vuelo en el mercado de Jesús María y cuyo vendedor los tenía expuestos al aire libre y soleándose la mañana entera -y sabe dios cuántos días atrás más-. El hecho es que mi abuelo, percatándose de mi infame estado, me sugirió tomar leche fresca para contrarrestar los efectos del alcohol y me la proporcionó en abundancia. Huelga decir que fue la peor borrachera y resaca subsecuente de la que tengo memoria.
Jamás supe si mi abuelo confiaba en realidad en aquel remedio casero o si lo hizo únicamente para darme una lección -inolvidable- en mi formación alcohólica.

Cuando murió, muy anciano, imaginando historias que ocurrían solo en su mente, no pude estar cerca de él para despedirme y con un abrazo agradecerle por todo. Me dejó como herencia un rebelde reloj chino a cuerda que siempre se adelanta y un ejemplar del "Elogio de la Locura" de Erasmo de Rotterdam. Nunca se lo ví leer, pero sospecho que mi abuelo era un discípulo fiel del buen Erasmo.

Cuando leí el libro y cuando, a menudo, vuelvo a él, como ahora, lo extraño más de la cuenta.

"Cerrar los ojos a los defectos de los amigos, creer en su afecto, alabar sus vicios como si fueran virtudes, ¿no es realmente una locura? El enamorado que besa con pasión una verruga de su amada, el que respira con arrobamiento el aliento fétido de su amiga, el padre que piensa que los ojos de su hijo son los más bellos del mundo, cuando es patente que padece de un pronunciado estrabismo, ¿no son ejemplos vivos y rotundos de estupidez?" (Erasmo, Elogio de la Locura)

lunes, 10 de setiembre de 2007

VIDA DE PERROS

Husmeando entre cosas viejas, encuentro este relato. Combato contra mi sentido del ridículo y la verguenza y lo reproduzco a continuación:

VIDA DE PERROS

En aquella época, para nosotros, el mundo se dividía en antes y después de los exámenes. Antes, los cafés al amanecer, la confusión, los ojos hinchados y enrojecidos por la falta de sueño; era el momento de comprobar que el día tiene en verdad veinticuatro horas, enterrados como andábamos en libros, puteando y maldiciendo. Después, el desenfreno, las farras interminables, el ron y la cerveza ardiendo a nuestras gargantas, los besos, los revolcones, la vida a plenitud y sin tregua.

Pero cuando digo que los exámenes nos traumaban no lo hago porque acaso nosotros fuéramos ideales estudiantes o ejemplos a seguir, nada de eso, el Derecho nos importaba entonces lo que un pepino, simplemente, nos repelía la idea de volver a cursar –si es que los desaprobábamos- aquellas materias insoportablemente aburridas; el infierno realmente habitaba en nuestras aulas. En esos tiempos consumíamos casi de todo para ahuyentar el sueño: anfetaminas, café diluido en coca-colas, aspirinas con cerveza, duchazos de agua fría en la madrugada, cosas así; tras todo ello, generalmente lo único que manteníamos en pie era el morbo y la fantasía, y una situación incómoda –en esos trances- que a veces se tornaba insostenible entre nuestras piernas (un onanista compañero nos dio el antídoto para tan alevosa contraindicación, masturbarse puntualmente cada hora y media, así al menos uno podía leer el manual de Derecho Industrial sin imaginarse que hacía el amor con blondas obreras sudorosas alrededor de una factoría).

Por esos días también la conocí... Patricia ¡diablos!, magnífico cuerpo, caderas y piernas de ensueño dibujadas tras unos jeans desteñidos, senos redondos y firmes que, como duraznos en almíbar, reposaban bajo su blusa transparente, y un par de increíbles ojos negros de relámpago. Sí, lo recuerdo bien, eran aquellos ojos indescifrables, ahora tímidos, los que espiaban angustiados mi examen, aquella tarde áspera cuando el proceso penal terminó de acoplarse con la arrechura que entonces me embargaba...

- Oye, ¿tienes la cinco?-
Me hice el desentendido, entonces, ni siquiera la miré.
- Hey, por favor, la cinco, ¿la tienes?-
- Eso depende- ataqué tanteando el terreno.
- Depende... ¿de qué?- me preguntó susurrando y casi a punto de llorar, entonces me fije lo carnosos que eran sus labios.
- De lo que tengas que hacer mañana a la noche- no podía dar concesiones, además, ¿qué hacer una vez echado al mar sino nadar?.
- ¿Estás loco?, ¿Y el final de Internacional?- me sonrió y entonces todo era cuestión ya de saber administrar la situación.
- Bah, el profesor es un reverendo imbécil, todo el mundo se copia-
Alea jacta est.
- Está bien, pero tengo que regresar temprano-
- Ok. Paso por ti a las ocho- sellamos el pacto con una mutua sonrisa y me apresuré a vomitarle lo que en el proceso penal no se considera objeto de prueba: lo notorio, las leyes naturales, lo imposible...

Aquella noche la luna fue mi cómplice, después de una de Almodóvar en la Filmoteca, hubo vino –su reticencia era pura pose, se derretía ante un buen tinto- y abundante conversa en un barcito pacharaco del centro, después, las horas que corrían mientras sudábamos y nos agitábamos en un hostal, mientras desnudos pontificábamos la gloria del amanecer. No hay discusión, nada en la vida se compara a un buen polvo.

Nuestros encuentros de fortuitos pasaron a ser habituales, la relación clandestina, contra todo pronóstico, se asentó y consolidó, la vida en la universidad seguía igual de mediocre, mi mujer adquirió hábitos quisquillosos y caprichos estúpidos, las ramas del Derecho navegaban por mi cerebro sin echar ancla alguna, y, por si fuera poco, el futuro se presentaba –al menos para mí- como una colilla apagada. A nuestro horizonte, en verdad se lo tragaba el horizonte.

El final de mi juventud –y el de la historia- es bastante previsible, en vez de graduarme y hacer la tesis, obtuve un hijo y me titulé de marido (en realidad tuve que casarme, porque Patricia, además de buena amante era también bastante católica, y no aceptaba otro tipo de solución al problema del retraso). Conseguí un empleo mediano de redactor en un semanario de actualidad –mi afición a la literatura terminó por salvarme- y comencé a arrastrar una extraña vida en común con una mujer y un pequeñuelo, que, demás está decirlo, se parece cada vez más a su madre y menos a mí. Con los amigos de la facultad me veo esporádicamente, lo suficiente para que una buena borrachera nos haga recordar aquellos tiempos idos de libros y glorias. Algunos, los menos, han triunfado y destacan ganando pleitos ajenos e inhalando cocaína (además de pagarnos las copas); otros, los más, fracasan diariamente coexistiendo con la inmundicia del Poder Judicial y una vida mediocres. A todos por igual los años han acrecentado su estupidez.

Es curioso, pero por mi parte recuerdo todo esto con nostalgia, aquí en el hospital, mientras fumo un cigarrillo a escondidas y espero a que Patricia acarree otra boca más que alimentar –sólo espero que sea mujer y que herede de su madre aquellos ojos negros de relámpago-, mirando el pasado en los recuerdos con una única convicción, que, lenta, ásperamente, se escurre por mi garganta, nuestra vida es de perros y la juventud, una mierda.

P.d.- Lo escrito líneas arriba es para la horda Valium, la mejor materia que me dio la universidad .
Lima, marzo 13, 1993.

viernes, 7 de setiembre de 2007

El Apetito por la Destrucción: 20 años después

Leyendo la última Rolling Stone (sí, en español, la única que se puede conseguir en el kiosko del aeropuerto) me entero que el "Appetite for Destruction" de los Guns n' Roses cumple 20 años desde que fuera editado, allá por el lejano mes de julio de 1987.

Debo confesar que, en plena euforia por los Guns n' Roses en los 90', la banda de Axl Rose jamás me gustó, sobretodo por una cuestión de principios. En esa época era metalero -de los duros y radicales- y andaba harto de ver por doquier tipos con pañoleta en la cabeza emulando al tal Axl. Los rechazaba instintivamente, así que no les presté demasiada atención. Estupideces de la adolescencia.

Sin embargo, con la sabiduría que dan los años (ya quisiera) mi concepto sobre esta banda y en particular sobre este disco ha variado radicalmente. Fundamental para entender la progresión del rock comercial de los '80 hacia la música alternativa de los '90, el "Appetite for Destruction" tiene todo lo que un disco debut debe de tener: harto punche, canciones memorables, inmejorables riffs y sucio rock and roll. Un gancho al hígado.

Lo que siguió a la edición de este fundamental álbum es historia harto conocida. La fama, el dinero, las drogas (más), las mujeres (más), terminaron por acentuar la patología de Axl Rose (fue diagnosticado como maniaco depresivo) y el grupo se deshizo luego de fuertes e irreconciliables peleas entre ellos. En la actualidad dos de sus miembros (Slash y Duff McKagan) tratan de revivir los buenos tiempos en Velvet Revolver y Axl Rose hace casi 9 años -¿¿??- sigue grabando lo que será el disco que marque su retorno "Chinese Democracy".

Una anécdota sobre la grabación del "Appetite for Destruction". En la canción 'Rocket Queen' que cierra el álbum se oyen unos gemidos femeninos que delatan un polvo de los buenos. Los gemidos pertenecen a Adriana Smith -una stripper- y la grabación la realizó Axl Rose mientras se la tiraba en el estudio de grabación. Lo bueno viene aquí: Adriana Smith era en esa época novia del baterista de la banda.

En fin, que 20 años no son nada y este álbum ha ganado ya por derecho propio su sitial en la historia del rock. Por mi parte, cada vez que escucho "Sweet Child o' Mine", "Welcome to the Jungle" o "Paradise City" me vienen ganas de hacer el amor, emborracharme e ir a cualquier discoteca, todo en ese orden. Estupideces de la vejez.


martes, 4 de setiembre de 2007

Working Class Hero: The U.S Vs John Lennon


Los que admiran el genio musical de John Lennon con frecuencia suelen olvidar su condición de activista político.

Lennon, durante toda su carrera musical -e incluso antes- fue un personaje incómodo, políticamente incorrecto, un rebelde y también un desadaptado que -con fina ironía- descreía de los íconos de la cultura occidental y de sus cánones apáticos y aburridos. Provocador agudo, sacudía de rato en rato la sociedad hipócrita –norteamericana e inglesa- que le había tocado sufrir. Su cruzada pacifista, su amistad con personajes radicales (como Bobby Seale, cofundador de las Panteras Negras), su participación decidida en el movimiento por los derechos civiles, hicieron de Lennon un personaje non grato para la administración Nixon. Al punto que el F.B.I –dirigido por el siniestro EdgarHoover- lo investigaba y perseguía. Lo acosaba y espiaba.

El documental “USA Vs John Lennon” (2006) de David Leaf y John Scheinfeld recorre, en 96 minutos, la dimensión política de Lennon y centra su atención en el encono con que el imperio más poderoso del planeta –a través de sus tentáculos oficiales- vigilaba cada una de sus acciones.

A pesar de las amenazas veladas, Lennon nunca claudicó en decir lo que pensaba (luchó legalmente por varios años para evitar su deportación y al final lo consiguió), su campaña antibélica -el inmejorable “War is Over (if you want it)“- en plena guerra de vietnam fue el mejor ejemplo de su espiritu inconformista y rebelde.

El documental muestra una anécdota reveladora sobre el carácter de Lennon incluso cuando aún formaba parte de los Beatles. En una monótona entrevista televisada a los cuatro de pronto un periodista les pregunta sobre la guerra de Vietnam. Paul, Ringo y George parecen incómodos, miran para otro lado, les fastidia el tema o no les interesa en lo más mínimo. Solo Lennon contesta la pregunta.

Lennon. Un verdadero Working Class Hero.

jueves, 30 de agosto de 2007

El baño nuestro de cada día, dánoslo hoy....


Es curioso cómo las cosas más insignificantes, aquellas que de tan cotidianas pasan desapercibidas, de pronto, cuando faltan y están ausentes, nos acarrean inmensos problemas.

Hasta hace dos semanas la rutina diaria era simple: abrir los ojos (a veces de manera natural, a veces con el maldito despertador), encender el calentador de agua -terma que le dicen-, esperar media hora y recibir el baño diario que terminaba de sacarme del reino del sueño. Luego, ir a trabajar y a ocuparme de cosas mucho más importantes.

Eso era antes, cuando la felicidad era casi completa. Dos semanas atrás una filtración en la pared de la casa comenzó a preocuparme y luego otra justo debajo de la sala me obligó a tomar decisiones drásticas. Convocados los especialistas en el tema hubo una sola decisión unánime: había que -literalmente- deshacer el baño principal en busca de la bendita filtración de agua. Adiós ducha diaria y amaneceres tranquilos. Adiós mañanas frescas y limpias.

Hace dos semanas mi vida ha tomado un rumbo inesperado. Cada noche, cual gitanos perseguidos, tomo a mi mujer y mi hija y equipados en sendas mochilas y con la luna de cómplice, peregrinamos en busca de amigos piadosos que nos presten sus duchas por algunas horas. Hace dos semanas que la generosidad y eso que llaman amistad hace que un chorro de agua (fría para mí, caliente para el resto) se lleven la amargura de un mal día, otro más sin ducha.

Creo que lo peor ya pasó. Ahora cambian las mayólicas y los cerámicos del baño y los expertos nos dicen -enfundados en sus gorritos de papel periódico- que dentro de tres días las cosas estarán solucionadas y seré nuevamente yo y será mía -de nuevo- mi bendita rutina diaria.

Caray, en momentos como este me hubiese gustado leer menos literatura y más revistas de Mecánica Popular.

martes, 28 de agosto de 2007

Más Epígrafes



Mi amigo el Puñalón*, en un divertido post reflexiona sobre la función de los epígrafes en las obras literarias (y científicas). Señala -más bien dictamina- que muchas veces este ingenioso artificio oculta pretensiones desaforadas de alguna obra mediocre u oculta -sin descaro- un pobre homenaje del escribidor al autor que se intentará plagiar a continuación. Son pocos los epígrafes que denotan el perfecto engranaje con la obra que decora. Estos son los verdaderamente imprescindibles.


Desde esta humilde hoguera, me permito colaborar con algunos de ellos, tomados al azar de la estantería donde descansan, sin orden ni concierto:

1) Mario Benedetti, allá por 1960 y en su fundamental novela "La Tregua" (qué quieren, uno también tiene su corazoncito) colocaba como epígrafe el siguiente verso del chileno Vicente Huidobro: "Mi mano derecha es una golondrina / Mi mano izquierda es un ciprés
Mi cabeza por delante es un señor vivo / y por detrás es un señor muerto".

2) En otro ámbito, el brasileño Rubem Fonseca en su pequeña novela negra "Y de este Mundo Prostituto y Vano sólo quise un Cigarro entre mi Mano" (1997) cuelga un epígrafe tabáquico del Don Juan de Molière: "No hay nada igual al tabaco; es la pasión de las personas decentes y aquellos que viven sin tabaco no merecen vivir". Asimismo, es su imprescindible y agridulce libro de cuentos "Pequeñas Criaturas" (2004) donde retrata la miserias de la clase media y baja coloca: "Nada es demasiado pequeño para una criatura tan pequeña como el hombre. Gracias al estudio de las pequeñas cosas alcanzamos el gran arte de tener el mínimo de desgracias y el máximo de felicidad posibles (Samuel Johnson en The life of Samuel Johnson, de James Boswell".

3) El maestro (maese le diría El Puñalón) Augusto Monterroso, estampa un epígrafe magnífico a su libro "La Vaca" (1998), atribuida a una conversación de Mallarmé: "Toda abundancia es estéril".

4) Por último, y desde la cálida y desangelada Cuba, Pedro Juan, en su novela "El Rey de la Habana" (1999) nos advierte al inicio: "El subdesarrollo es la incapacidad de acumular experiencia (Edmundo Desnoes)".

* www.elrestoessilencio.blogspot.com

sábado, 18 de agosto de 2007

UN HOMBRE PASA CON UN PAN AL HOMBRO...


Un hombre pasa con un pan al hombro
¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?

Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?

Otro ha entrado en mi pecho con un palo en la mano
¿Hablar luego de Sócrates al médico?

Un cojo pasa dando el brazo a un niño
¿Voy, después, a leer a André Bretón?

Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?

Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después del infinito?

Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?

Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente
¿Hablar, después, de cuarta dimensión?

Un banquero falsea su balance
¿Con qué cara llorar en el teatro?

Un paria duerme con el pie a la espalda
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?

Alguien va en un entierro sollozando
¿Cómo luego ingresar a la Academia?

Alguien limpia un fusil en su cocina
¿Con qué valor hablar del más allá?

Alguien pasa contando con sus dedos
¿Cómo hablar del no-yó sin dar un grito?

(César Vallejo, 05 de noviembre de 1937)


La Muerte y La Tierra


Viví en Pisco una gran parte de mi infancia. La que recuerdo con más cariño y gratitud.
Recorrí mil veces sus plazas y calles, escuché cientos de misas en su iglesia principal (solo, a las 6:30 de la mañana, cuando creía que Dios era una presencia omnipotente), jugué fútbol por primera -y última vez- en un equipo del colegio, descubrí el Atari cuando mi viejo me lo compró a plazos en Carsa y me enamoré desaforadamente de tres compañeras de escuela y una vecina (las que ninguna o poca bola me daban).
Sin embargo, por sobretodas estas cosas, en Pisco me enamoré del mar. Aún recuerdo con nostalgia aquellos veranos que empezaban muy temprano, mi viejita llevando chocolate y pan con mantequilla para el desayuno, las playas solitarias (Lagunillas, La Catedral), nadando en Paracas, las cámaras de llantas de tractores como salvavidas, los amigables lobos de mar. Aquella mañana de excursión hasta El Candelabro, bajo un sol inclemente y salino, donde -asustados- descubrimos un ataud colonial. La caleta de San Andrés con sus cebiches restauradores y sus apanados de tortuga. Las playas traicioneras infestadas de mantarayas (Pastelillos le llamaban) que casi me sacan el pie y las lágrimas que guardaba para ocasiones mejores. La vida que transcurría fácil para un niño, sin complicaciones.
Recuerdo todo eso ahora, cuando sé que casi toda la ciudad ha sido destruida por el terremoto del miércoles 15 de agosto. Veo las imagénes de aquel pacífico pueblo donde conocí lo más parecido a la felicidad y no puedo creerlo. Aquellas gentes con la desesperanza reflejada en el rostro (cuántas que conocí estarán sufriendo, maldiciendo a un Dios que no ayudó, que no es peruano), vomitadas a un presente apocalíptico en solo dos minutos. El olor a muerte y escoria inundando el ambiente.
Pasará mucho tiempo antes que estas heridas abiertas se cierren. Mis recuerdos -ahora- tampoco son ya tan felices.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Rubén Blades: Bohemio y Poeta


Si me dieran a escoger los sonidos que deberían poblar las cantinas y burdeles, sin duda alguna elegiría los primeros discos de Rubén Blades. Mis horas en aquellos recomendables lugares se extenderían más allá de la cuenta si así fuera. Y mis amores, también.

Fue uno de sus primeros discos en solitario (“Bohemio y Poeta”) y también –como suele suceder con las obras maestras- fue malentendido. Los salseros puristas –otra vez con los puros- reclamaban la presencia de Willie Colón (no hacía mucho se había acabado aquella magistral sociedad) y sostenían que la suerte de Blades estaba echada. Corría el año 1979 y la Fania –aquella máquina fundamental en la canción tropical- reventaba.

Sin embargo, Blades demostró que estaba lejos de ser la sombra de Willie Colón. Cada una de las canciones de este disco resume sudor, callejón y harto trago. Canciones como “Juan Pachanga”, “Sin tu Cariño” o “Paula C” son festivas, sí, pero tienen además el sinsabor y la angustia de los amores perdidos y contrariados.

Pablo Pueblo” sería materia de un post aparte. Enmarcada dentro de la canción social que tan afín es a Blades, cuenta la historia de cualquier mísero latinoamericano –de entonces y de ahora-: desempleado o cachuelándose por algunos centavos, viviendo al día, presa fácil de la politiquería barata, alejado de la algazara oficial que señala que vamos bien (¿?), eterno postergado, con el odio y el resentimiento a flor de piel.

Las cervezas y el ron corren por mi cuenta, y está permitido bailar, llorar y enamorarse (de nuevo).

"Pablo Pueblo
hijo del grito y la calle
De la miseria y del hambre
Del callejón y la pena
Su alimento es la esperanza
Su paso no lleva prisa
Su sombra nunca lo alcanza"


sábado, 11 de agosto de 2007

Juan José Arreola




RECETA CASERA


Haga correr dos rumores. El de que está perdiendo la vista y el de que tiene un espejo mágico en su casa. Las mujeres caerán como las moscas en la miel.


Espérelas detrás de la puerta y dígale a cada una que ella es la niña de sus ojos, cuidando de que no lo oigan las demás, hasta que les llegue su turno.

El espejo mágico puede improvisarse fácilmente, profundizando en la tina de baño.Como todas son unas narcisas, se inclinarán irresistiblemente hacia el abismo doméstico.



Usted puede entonces ahogarlas a placer o salpimentarlas al gusto.
(de Variaciones Sintácticas)




Stephen King y los puros


Hay gente -entre ellos, amigos que conozco- que detestan la obra de Stephen King. Huyen de sus libros como la peste.

Sostienen -y para ello engolan la voz- que no es literatura, que es basura destinada al consumo masivo. Abominan que un escritor pueda tener fans al igual que una banda de rock. Si por ellos fuera, el King ése debiera estar bajo tierra al igual que los mononeuronales de sus lectores.

Pontifican entonces -engolando aún más la voz- sobre lo que es un escritor y la literatura de verdad: antes que nada debe ser desconocido (mientras más caleta mejor, cuando accede al gran público se 'pacharaquea' y mis amigos pierden la condición de sacerdotisos únicos del susodicho), luego sus libros deben ser enrevesados, metatextuales (con historias que no son para disfrutarlas sino para sufrirlas -literalmente-), mientras menos se entiendan las novelas del susodicho, mejor, así nadie osará a enrostrarles que no comprendieron un carajo.

Mis amigos son así, legiones de puros que no pueden contaminarse con el buen Stephen King. Los quiero mucho a pesar de estos -y otros- defectos.

Por mi parte, estuve rondando por la única libreria de mi ciudad, husmeando y curioseando, y me encontré con la última novela de King (del cual, dicho sea de paso, he leído ingentes cantidades de su producción, divirtiéndome como un chancho): "La Historia de Lisey" y no lo pensé dos veces: pagué los 45 soles (me hacen un descuento del 10% por cliente frecuente) de rigor y, gozoso, llegué a casa y me abalancé sobre una de sus mejores historias jamás publicadas.

Pobres mis amigos, no saben lo que se pierden.