sábado, 26 de abril de 2008

Prochazka Revelado

Es curioso como el azar te descubre cosas fundamentales.

El miércoles pasado, muy temprano y aún somnoliento, estoy en el aeropuerto despidiendo a mi querida sobrina Ximena que había llegado dos semanas atrás de visita. Entre el alboroto de turistas cansados y adormilados y luego de las colas de rigor, mi sobrina se pierde en el tumulto de gente apresurada por abordar un avión y regresar a su insípida rutina. Miro el reloj y marca las 7:10, demasiado temprano para ir a trabajar. Ingreso al pequeño stand de Zeta Bookstore con ganas de matar el tiempo hojeando libros y decidido a no comprar nada (ya bastante había tenido con mi euforia cumpleañera). Y entonces lo descubro, perdido en una vitrina olvidada, entre libros de autoayuda, minúsculo, el único de libro de Enrique Prochazka que puedo conseguir en mi ciudad: Cuarenta Sílabas, Catorce Palabras. Pago los quince soles que revela el precio en la contratapa y huyo del aeropuerto en mi auto dispuesto a estacionarme en cualquier esquina y comenzar a leer al esquivo Prochazka.

De Enrique Prochazka (Lima, 1960) únicamente había tenido excelentes referencias y halagadoras críticas pues sus libros son inubicables aun en Lima. "Cuarenta Sílabas, Catorce Palabras" (Lima, Lluvia Editores, 2005, 1000 ejemplares) es una edición minúscula, casi artesanal, que recoje conjuntos de cuentos escritos desde los ochentas (el que da título al libro y Los Orillados) y donde Prochazka aborda con maestría temas fantásticos y terrenales. Autor de culto e inclasificable en la tradición narrativa peruana, la calidad y fama de Prochazka se autentican en este puñado de cuentos entre los cuales, sin duda alguna, se encuentran algunos de los mejores escritos por autor peruano alguno.

Lo que para otros es puja constante, disfuerzo y maldiciones hasta encontrar la palabra y el adjetivo correcto, en Prochazka fluye naturalmente y sus historias -a veces fantásticas, cotidianas o terriblemente sobrecogedoras- son transitadas con auténtico deleite. Sin ser lectura fácil -estos cuentos exigen de su contraparte lectora un ojo avizor y un entrenamiento previo-Prochazka se mueve en los meandros de la ficción con una maestría realmente inusitada que por momentos hace recordar al viejo Borges y sus alucinadas historias.

Quizás extrañe la poca difusión de un autor de tan alta calidad y algo de ello explica el mismo Prochazka en un antológico comentario en el blog de Gustavo Faverón: "...abrigo la teoría que uno tiene éxito porque se agita como loco, o logra que los demás se agiten como locos por uno, o bien los demás lo obligan a uno a agitarse como loco. Según esta noción a mis textos les sucede lo que les sucede porque yo no me agito."

Jamás una visita al aeropuerto estuvo más justificada.

" -Mierda -murmuras. Nadie te oye. Permites la imprecación apenas entre dientes, con más dureza que enojo, con menos aire que saliva. El teléfono sigue ocupado y admite con sorna tu desesperación cuando cuelgas el auricular con tanta fuerza que el resto de la oficina se vuelve a mirarte." (Enrique Prochazka, ...Un cuento)

miércoles, 23 de abril de 2008

Ese Oscuro Objeto del Deseo

Hoy se celebra el Día Mundial del Libro.
Ignoro a quién se le habrá ocurrido celebrar tal efemérides, sin embargo, no puedo estar más de acuerdo y me auno a la algazara sacándole la lengua a aquellos agoreros que pronosticaban el fin del libro impreso tal y como lo conocemos.
Para aquellos fetichistas redomados (entre los cuales me incluyo) el deseo tiene la forma de páginas y viene en tapa dura.
Larga vida al libro y a sus lectores!!!!!


lunes, 21 de abril de 2008

Regalos de Cumpleaños


Mi cumpleaños pasó (con pena, gloria y 1 botella de escocés con hielo) y desde aquí quiero agradecer a todos aquellos amigos que se acordaron de este viejo hereje, haciéndome llegar sus parabienes, abrazos, besos, quejas y reclamos.
Me regalé muchos libros y me excedí con la billetera, pero eso es lo de menos. Lo verdaderamente importante es sentarme en mi mueble preferido de la sala (despatarrado y con pijama), con música como telón de fondo, cómodamente instalado con un vaso como única compañía y tratando de descifrar lo que estos libros quieren decirme al oído.
Es lo más parecido a la felicidad que conozco los días lunes.

viernes, 11 de abril de 2008

Happy Birthday To Me!!!!!!


Mañana es mi cumpleaños.
Cumplo 35 y debiera estar muy contento o muy triste, depende del cristal con el que lo mire.
Hago un alto en el camino y miro hacia atrás, lo hecho no es mucho pero tampoco una miseria. Diviso el horizonte y aún hay mucho más por hacer, a veces me siento optimista e imagino planes y diseño futuros felices; otras, me siento muy cansado y me quedo descansando más de la cuenta.
He vivido miles de vidas y agradezco a mis queridos libros por eso. He bailado solo y tocado en miles de conciertos gracias a mis viejos discos.
He hecho daño a personas que quiero sin quererlo y he sido perdonado y otras veces no.
Mi bocota me ha metido en más de un problema y otras veces me ha librado de ellos.
He sido inmensamente feliz por instantes y muy desgraciado días enteros.
Tengo amigos de hace muchos años con los cuales canto cuando estoy muy borracho.
He amado y me han amado.
Creo que, en el balance final, soy afortunado.

Feliz cumpleaños, cascarrabias!!!!!

miércoles, 9 de abril de 2008

Idolos de Lata



Sobre esto quería escribir hace muchos días. Desde que descubrí por casualidad el esperpento.

American Idol es un programa gringo de buscatalentos, una verdadera mina de oro gracias a anodinos seres humanos que, sentados frente al televisor, convierten en super estrellas a otros seres igual de anodinos (el vecino de al lado, la mesera de la fonda, el grifero de la esquina) gracias a sus hábiles cuerdas vocales. La cosa va más o menos así: soy un descerebrado que busca fama y pienso que canto bien y tengo jale y personalidad, entonces paso por un multitudinario casting y después de desgañitarme y hacer el ridículo frente a tres jurados (y decenas de millones de personas que me ven por tv) me van seleccionando hasta que tengo que competir con los demás descerebrados que al igual que yo buscan ganar fama, reconocimiento y, de paso, el bendito concurso. Si tengo suerte y semana a semana encandilo a los bobos que alucinan conmigo desde el otro lado del televisor, entonces gano el concurso y miles de dólares, amén de grabar discos que serán escuchados únicamente en los supermercados, consultorios de dentistas y ascensores.

Hasta ahí todo bien. Los seres humanos son estúpidos por naturaleza y contra eso no se puede hacer mucho. El problema es que hace dos semanas, zapeando por el cable, aburrido y sin ganas de nada, me encuentro de pronto a estos insípidos concursantes gringos masacrando -como si nada, así por así- las canciones de los maestros de Liverpool, los Beatles!!!!!!!!!!!

Carajo! me dije, debe ser un signo de los últimos tiempos, una señal que anuncia que el fin del mundo está cerca. Las versiones -salvo alguna contadísima excepción- más que malas eran horribles. Las canciones eran cantadas sin sentimiento alguno, casi por cumplir, para salir del paso apurándolo; incluso había varios de estos mozalbetes rosados e insípidos que reconocían haber escuchado por primera vez esas canciones en los ensayos para cantarlas (¿?) (deberían haber escuhado las versiones que, después de un par de botellas de ron, hacíamos con el inefable Keiner). En fin, una afrenta a los seguidores de tal descomunal banda, un escupitajo en la historia del rock & roll.

Ignoro a quién diablos se le habrá ocurrido la idea de vender el catálogo de los Beatles al referido programete (el tío Macca a la vejez anda haciendo huevadas), pero poca gloria le reporta a esas inmortales canciones el desgraciado talento de los concursantes del programa de marras.

Por mi parte, luego de maldecir en cinco idiomas tal barrabasada, corrí a desempolvar mi vieja colección de discos de los maestrasos de Liverpool y los volví a escuchar una y otra vez. A manera de desagravio.

Los fab four y American Idol, una relación contra natura.

domingo, 6 de abril de 2008

Arde Madrid

El dos de mayo de 1808 -hace casi ya 200 años- todo Madrid ardió en una vorágine de sangre, cólera y verguenza. Cansados de ver a los franceses ocupando su ciudad, despreciándolos y cometiendo excesos de toda laya, el populacho madrileño -hombres, mujeres y niños- armados únicamente de navajas, pistoletes, tijeras y viejos arcabuces salieron como posesos a las calles a atacar a las fuerzas imperiales de Napoleón, en un día donde la furia, la ira y la cólera dieron cuenta de 2,500 soldados y oficiales imperiales, el mejor ejército del mundo conocido.

¨Un Día de Cólera¨ es el último libro de Arturo Perez-Reverte (Lima, Alfaguara, 2007, 401 páginas) donde recrea los sucesos de aquel dos de mayo de 1808. Decir novela no es exacto, pues más bien es una crónica histórica, un reportaje donde el narrador es neutral y hace participar al lector de las correrías de los actores aquel día (más de 300 personajes, con nombres y apellidos y suerte definida al ocultarse el sol): sus miedos, sus emociones, sus heroicidades y sus cobardías.

Con este libro, a caballo entre la historia y la ficción (novela reportaje, le llaman) Perez-Reverte quiere saldar algunas cuentas ahora que se acerca el bicentenario de aquella revuelta. La primera cosa que queda clara al terminar el libro -uno de los mejores de la producción revertiana, dicho sea de paso- es que lo acontecido aquel dos de mayo de 1808 no fue un acto de patriotismo masivo del pueblo madrileño guiado por su ejército, ni fruto de una conspiración estudiada ni razonada. Nada de eso. Aquel día todo fue espontáneo, el populacho cabreado que salió como loco a degollar franceses no pensaba en la patria ni mucho menos, simplemente estaba harto de los "gabachos" que manoseaban sus mujeres y se bebían su vino sin pagarlo y lo demostraron. Aquellos coraceros franceses, encima de sus corceles briosos, simplemente no podían creer la furia con que aquellas navajas, aquellas tijeras de sastre o cuchillos de destazar pescado buscaban sus cuellos para degollarlos, luego de despanzurrar a sus caballos. Herreros, sastres, panaderos, pescadores, delincuentes, putas y rufianes, la chusma en suma, el pueblo bajo e ignorante, en la calle o desde los balcones arrojando macetas, dieron cuenta de aquellos incrédulos franceses que morían destazados por muchedumbres enloquecidas.

Los aristócratas e intelectuales madrileños aguardaban en sus casas el resultado de las batallas callejeras (muchos de ellos deseando fervientemente que los franceses al mando de Murat pusieran término a la revuelta del populacho), el ejército español aguardaba en sus cuarteles el desenlace, sin municiones y entregado al mando francés. Existe una sola excepción: los capitanes de artillería Pedro Velarde y Luis Daoiz (uno consumado patriota y el otro frío y racional, pero ambos cansados de ver como masacraban los franceses al pueblo desarmado) y el teniente Jacinto Ruiz, sublevan el Parque de Artillería de Monteleón, entregan armas a los civiles y generan una feroz resistencia, hasta que son aplastados por dos batallones de soldados imperiales al mando del general de brigada Joseph Lagrange.

Un Día de Cólera es un libro documental. El narrador utiliza un lenguaje frío y distante, directo, sin adjetivos. Aquí no hay héroes, ni heroísmo ni épica. Aquí solo hay un pueblo encolerizado y furioso, dispuesto a morir y matar, y un día propicio.

"El Dos de Mayo de 1808 o la Carga de los Mamelucos" de Francisco de Goya y Lucientes describe la ferocidad de las luchas callejeras entre el populacho de Madrid y los soldados imperiales.


"Los Fusilamientos de la Montaña del Príncipe Pío o los Fusilamientos del Tres de Mayo" de Francisco de Goya y Lucientes, describe la represión francesa contra los que participaron -en calidad de participantes o de simples sospechosos- de la revuelta el 2 de mayo de 1808.

El Jardín de las Delicias


Jeroen Anthoniszoon van Aken, Hieronymus Bosch o simplemente El Bosco (hacia 1480-1490).