martes, 22 de diciembre de 2009

Panegírico por Lisbeth Salander



Son pocos pero son.


Y ahora hablo de aquellos libros que, cuando se empiezan a leer, toman por asalto tu vida y te sojuzgan deliciosamente, obligándote a una adicción que no conoce de cansancio o trabajos postergados, tampoco de compromisos adquiridos con anterioridad ni televisión antes de dormir. Son aquellas historias que uno recorre como enajenado, robando tiempo al tiempo, deseando avanzar en sus páginas más rápido que de costumbre, pero a la vez temiendo llegar al final de ellas porque, mientras dure esa magia en papel impreso, uno se encierra en una cápsula impoluta adonde no llega la mediocridad del mundo que nos circunda.


Yo, por ejemplo, tenía el primer tomo de Millenium allí (“Los hombres que no amaban a las mujeres”), añejándose en mi biblioteca, aguardando pacientemente su oportunidad para escapar de su letargo inmerecido. Y ese momento llegó. La excusa fue un aburrido curso de Proyectos de Inversión Pública (bueno, el curso era interesante, el aburrido era sin duda alguna este hereje), entonces, en vez de lidiar con odiosas fórmulas matemáticas, comienzo -primero poco a poco, luego sin descanso alguno- a sumergirme en el mundo de Lisbeth Salander, Erika Berger y Mikael Blomkvist. Todo el fin de semana está dedicado a acompañar a Mikael por la fría Suecia a desentrañar el misterio de la adolescente desaparecida hace 40 años y los oscuros crímenes que la rodean, a envidiar su relación amorosa de más de 20 años con Erika Berger, quien a su vez está casada con un artista plástico que consiente sin problema alguno el triángulo amoroso (al mes, Erika pasa dos fines de semana con cada uno de ellos) y a tratar de desentrañar el enigmático carácter de Lisbeth Salander, aquella deliciosa flacucha huraña, tosca y malcriada, dueña absoluta de su sexualidad, que asombra con su memoria fotográfica y sus habilidades de hacker.


En fin, que el lunes a la madrugada, insomne y con los ojos enrojecidos, terminé –muy a mi pesar- aquel primer libro que me dejó anonadado, con la sensación de haber hecho una magnífica inversión de mi tiempo libre y con ganas de seguir el rumbo de la historia. Entonces, y como solo tenía en mi poder el primer volumen de la trilogía, salgo a la mañana a visitar las dos únicas librerias de mi ciudad en busca del segundo tomo (“La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”), en una de ellas encuentro el tercer volumen (“La reina en el palacio de las corrientes de aire”, suena como una canción de Daniel F) y lo compro antes que desaparezca, pero ni rastros de Millenium 2. Pienso en la tentación pirata, pero mi amor por Lisbeth Salander me reprende severamente tal osadía, ella no se lo merece. Con un par de llamadas a Lima, mi bendita hermana, intuyendo que ando medio desesperado, va al primer Crisol que encuentra, lo compra, lo empaqueta y me lo envia en el primer avión que sale al Cusco al día siguiente. Los días festivos que se avecinan están salvados.


La lectura de “Los hombres que no amaban a las mujeres” fue un regalo inesperado de alguien que, de seguro y allá arriba, quiere mucho a este humilde hereje.



Háganse un favor y leanla.




sábado, 12 de diciembre de 2009

Antes de que cuente diez

En la vida todo pasa y todo cambia. Es casi una ley natural.
Lo que ayer era un huracán ahora es solo una ligera ventisca que apenas nos despeina.
Hay días buenos y otros terriblemente malos. Los más se quedan en un punto intermedio, muerto. Como un equilibrista que, a medio camino en la cuerda floja, se le olvida cómo continuar.
Hoy me desperté con esta canción de Fito Cabrales en la cabeza y me acompañó todo el día.
A veces solo es necesario contar hasta diez...
.
ANTES DE QUE CUENTE DIEZ
Puedo escribir y no disimular
Es la ventaja de irse haciendo viejo
No tengo nada para impresionar
Ni por fuera ni por dentro.
.
La noche en vela voy cruzando el mar
Porque los sueños viajan con el viento
Y en mi ventana sopla en el cristal
Mira a ver si estoy despierto.
.
Me perdí en un cruce de palabras
Me anotaron mal la dirección
Ya grabé mi nombre en una bala
Ya probé la carne de cañón.
Ya lo tengo todo controlado
Y alguien dijo no,no,no,no,no
Que ahora viene el viento de otro lado
Déjame el timón…. y alguien dijo no,no,no.
.
Lo que me llevará al final
Serán mis pasos, no el camino
¿No ves que siempre vas detrás cuando persigues al destino?
.
Siempre es la mano y no el puñal
Nunca es lo que puede haber sido
No es porque digas la verdad
Es porque nunca me has mentido.
.
No voy a sentirme mal
Si algo no me sale bien
He aprendido a derrapar
Y a chocar con la pared.
Que la vida se nos va
Como el humo de ese tren
Como un beso en un portal
Antes de que cuente diez
.
Y no volveré a sentirme extraño
Aunque no me llegue a conocer
Y no volveré a quererte tanto
Y no volveré a dejarte de querer.
.
Dejé de volar, me hundí en el barro
Y entre tanto barro me encontré
Algo de calor, sin tus abrazos,
Ahora sé que nunca volveré.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Días de borrasca

Estos días no son buenos.
La angustia y la culpa se multiplican y las mañanas son más sombrías que de costumbre.
Hay muchas menos razones para seguir (pero hay que hacerlo).
Una canción que nunca falla (ojalá que no, esta vez -por favor- no).


Hey Jude, don't make it bad.
Take a sad song and make it better
Remember to let her into your heart,
Then you can start to make it better

Hey Jude, don't be afraid.
You were made to go out and get her.
The minute you let her under your skin,
Then you begin to make it better

And any time you feel the pain, Hey Jude, refrain,
Don't carry the world upon your shoulders.
For well you know that it's a fool who plays it cool
By making his world a little colder.
(.)
Hey Jude don't let me down.
You have found her, now go and get her
Remember to let her into your heart,
Then you can start to make it better.
(.)
So let it out and let it in, Hey Jude, begin,
You're waiting for someone to perform with.
And don't you know that it's just you, Hey Jude, you'll do,
The movement you need is on your shoulder.
(.)
Hey Jude don't make it bad.
Take a sad song and make it better.
Remember to let her under your skin,
Then you'll begin to make it
Better, better, better, better, oh.