martes, 26 de febrero de 2008

Los Detectives Salvajes

Adlátere. Hacía años que no escuchaba esa palabra (cuando en la universidad, medio en juego, medio en serio, designábamos con esa palabreja a los inefables acompañantes que como autómatas nos seguían de un lado al otro).

Hacía bastante tiempo también que no leía una historia de detectives tan buena e ingeniosa como ésta.

El Enigma de París es la novela con la cual el argentino Pablo de Santis obtuvo el premio Planeta-Casamérica de Narrativa Iberoamericana del 2007. Ambientada en los inicios de la construcción de la Torre Eiffel parisina, en 1889, narra la historia y desventuras del círculo conocido como "Los Doce Detectives", agrupación de los mejores y más famosos detectives del mundo conocido y de sus pintorescos y originales adláteres (asistentes aprendices del oficio de la investigación del crimen). Reunidos en París con motivo de una exposición universal, tratan de exponer sus particulares concepciones de la naturaleza del crimen y sus autores, sin embargo, el propósito de la reunión es truncado cuando uno de los Doce es asesinado (Darbon, uno de los detectives de París), arrojado desde la torre Eiffel en construcción. A partir de allí se desarrolla una trama de intrigas y misterios, que nos llevan por pistas que parecen conducir a ningún lado.

Narrada por el adlátere Sigmundo Salvatrio, extraño asistente del detective argentino Renato Craig, El Enigma de París es una excelente novela de misterios e intrigas, escrita a la usanza de la vieja escuela, como hace mucho tiempo no leía.
Contadas veces un premio literario estuvo tan justificado.

jueves, 21 de febrero de 2008

Arte Poética

En verdad, en verdad hablando,
la poesía es un trabajo difícil
que se pierde o se gana
al compás de los años otoñales.

(Cuando uno es joven
y las flores que caen no se recogen
uno escribe y escribe entre las noches,
y a veces se llenan cientos y cientos
de cuartillas inservibles.
Uno puede alardear y decir
"yo escribo y no corrijo,
los poemas salen de mi mano
como la primavera que derrumbaron
los viejos cipreses de mi calle").
Pero conforme pasa el tiempo
y los años se filtran entre las sienes,
la poesía se va haciendo
trabajo de alfarero,
arcilla que se cuece entre las manos,
arcilla que moldean fuegos rápidos.

Y la poesía es
un relámpago maravilloso,
una lluvia de palabras silenciosas,
un bosque de latidos y esperanzas,
el canto de los pueblos oprimidos,
el nuevo canto de los pueblos liberados.

Y la poesía es entonces,
el amor, la muerte,
la redención del hombre.

(Javier Heraud, Madrid, 1961-La Habana, 1962)

P.D. Uno de mis poema favorito de Javier Heraud.

miércoles, 20 de febrero de 2008

La Tumba del Poeta


Durante mi estadía en la ciudad de Puerto Maldonado quise saldar una antigua deuda que en los anteriores viajes no había podido cumplir.

Quise visitar la tumba del poeta Javier Heraud, joven promesa de la poesía peruana (el poeta joven por excelencia de este malhadado país), muerto a orillas del río Madre de Dios, el 15 de mayo de 1963, acribillado de 26 balazos disparados por policías ignorantes y enardecidos terratenientes que jugaban a la cacería de comunistas, mientras el poeta trataba de alcanzar la otra orilla del río para escapar en la espesura de la selva. Javier Heraud tenía 21 años y muchos sueños por cumplir.

Javier Heraud representa el compromiso con los ideales llevado hasta las últimas consecuencias. Egresado del colegio Markham, ingresa a la Facultad de Letras de la Universidad Católica en primer puesto, con 18 años publica su poemario “El Río” (1960) y comparte ese año con César Calvo el premio “poeta joven del Perú”. Después se matricula en San Marcos, viaja por Moscú, China, París y Madrid. Conoce Cuba y decide enrolarse en las guerrillas románticas del MIR. Regresa al Perú de incógnito y se traslada con otros compañeros de aventuras revolucionarias al departamento de Madre de Dios. Tienen unos cuantos fusiles viejos y son descubiertos por la policía y un grupo de gamonales que ven amenazados sus latifundios por la llegada de “los comunistas”. Se inicia una cruenta cacería y comienza el tiroteo, mientras los pocos guerrilleros tratan de huir cruzando el río. La canoa es pequeña y Javier Heraud demasiado alto. No había forma de esconderse. Una a una, las 26 balas explosivas –utilizadas para cazar venados- van llevándose la vida del joven poeta, mientras se agitan trapos blancos y los demás guerrilleros se rinden. Sus últimos momentos entre los mortales los pasa bamboleándose en una canoa, entre pájaros y árboles, como él mismo escribió en el poema “Yo no me rio de la muerte” ("Yo nunca me río de la muerte...Simplemente sucede que no tengo miedo de morir entre pájaros y árboles").

El día es tremendamente caluroso y comienzo mis pesquisas tratando de averiguar dónde queda el cementerio antiguo de Puerto Maldonado. Imagino que allí está enterrado el poeta, pues a pesar preguntar a los lugareños por él, nadie me sabe dar razón. A tientas llego al antiguo campo santo y lo primero que me sorprende es lo cerca que estaba de mi hotel y lo abandonado que se encuentra. Carece de rejas que vigilen su entrada y es una inmensa pampa sin cerco perimétrico alguno. Todo está cubierto de una espesa vegetación y la mayoría de sepulcros están al ras del suelo, en tierra y con solo una cruz que los identifica, como en una película de terror. A esta hora no hay nadie y camino espantando lagartijas y otros animalejos que cruzan por mis pies. Ha llovido en la noche y la tierra está blanda, removida y húmeda. Sigo internándome y cuando creo que me he equivocado de lugar y estoy por regresar, descubro el sepulcro del poeta. Está su nombre y la fecha de su muerte, nada más. Un techo de calaminas lo protege de la lluvia y una vela derretida recuerda alguna visita reciente. Me quedo 20 minutos contemplandolo mientras el sol y el calor siguen haciendo estragos. Miles de imágenes pasan por mi cabeza y me inunda una extraña emoción. Sigue pasando el tiempo y ya debo estar en el aeropuerto, sin embargo, me quedo aquí de pie, recordando y pensando, lleno de una inusual melancolía. No sé cómo irme de este lugar. Alguna extraña fuerza me retiene. Recito en voz baja mi poema favorito del poeta y me despido diciéndole: gracias. Me voy.


martes, 19 de febrero de 2008

Verde que te quiero Verde

Desde arriba, los alrededores de la ciudad de Puerto Maldonado parecen recubiertos por un gran manto verde. La selva se presenta en toda su extensión y majestuosidad y un gran río (la serpiente de oro, como la llamaba Ciro Alegría) la recorre siguendo extrañas formas sinuosas. Todo está cubierto de árboles y vegetación. Sin embargo, existen ya, por aquí y allá, grandes zonas deforestadas, como inmensos y feos parches en el rostro verde de la selva. La llegada del hombre y la civilización que le dicen.

Abajo ya es otra historia. Fuera del avión un agresivo vaho de aire caliente se mete en los pulmones y el bochorno toma forma de sudor a chorros. El mínimo esfuerzo es inconcebible e incluso quedarse inmóvil es un mal negocio. La ciudad y sus 35 ºC a la sombra nos dan la bienvenida. Y es que en Puerto Maldonado uno no suda, se derrite.

No es la primera vez que arribo a esta tropical ciudad y siempre lo he hecho por motivos laborales. Hace algunos años pasé incluso un mes trabajando aquí y en ese tiempo pude conocer el Lago Sandoval (perteneciente a la Reserva Nacional del Tambopata y donde –a pesar de las admoniciones de los lugareños- me bañé rodeado de nutrias y bufeos colorados) y admiré la vetusta majestuosidad del Fitzcarrald, enorme lancha varada en medio de la nada y cubierta de espesa vegetación, conservando intactos los recuerdos de la filmación del alemán Werner Herzog y el malgenio de Klaus Kinski.

Esta vez –felizmente- sólo es un viaje relámpago de 03 días y -antes que el calor empiece a sofocarme e imagine imposible escapar de este gran horno verde- ya estoy de vuelta.


jueves, 14 de febrero de 2008

Feliz Día de San Valen(marke)tín!!!!!!!!!


Desde siempre he detestado el 14 de febrero y también –casi siempre- me he sentido culpable por ello.

Las escasas mujeres que en algún momento me acompañaron siempre me reprochaban a viva voz lo que ellas catalogaban como falta de interés y desgano ante tan trascendental fecha. Inútilmente, trataba de convencerlas que era imposible catalogar un día para el amor, que todo era una estrategia publicitaria construida sútilmente con el único objeto de vender más, que San Valentín era un monigote inventado como Papá Noel o Santa Claus, que los pubs, discotecas y hoteles estarían repletos y los precios por las nubes. Nada, todos los esfuerzos eran en vano. Al final el resultado era siempre el mismo: quedaba como un insensato insensible, con el romanticismo de una tabla de madera apolillada y con mi –escasa- reputación por los suelos.

Sin embargo, confieso que algunas veces claudiqué y me dejé arrastrar por la parafernalia que rodea esta fecha: flores, chocolates, cenas y poemas, nada era suficiente para celebrar el día donde el amor tomaba la forma de restaurantes, grandes almacenes, cines y hoteles.

Siempre detesté el día de San Valentín y siempre también me sentí culpable por ello.
Por eso –y en defensa de mi honor y la escasa reputación que me queda- les regalo un poema de Luchito Hernández* y Feliz Día de San Valen(marke)tín!!!!!!!!!!!!!!


1 Chanson d’amour

Perdóname el no haber
Muerto de Amor
Por ti. Es imperdonable.

Perdóname que mi Amor
No te ayude.

Perdóname que mi Amor
No te importe



* HERNANDEZ, Luis (2007): La Soñada Coherencia. Lima, Editora Mesa Redonda, primera edición, 1000 ejemplares. 252 páginas.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Quiero que pase este día....


Existen libros de poesía fundamentales. Lástima que no se pueda decir lo mismo de los poetas.
De lo publicado en poesía, generalmente todo es descartable. Son muy pocos los libros que pasan la criba del tiempo y son perdurables, imprescindibles.
En el Hocico de la Niebla* de Jorge Pimentel es uno de ellos…



QUIERO QUE PASE ESTE DÍA
Quiero que pase este día.
Necesito los días arrasados, consumidos.
Y que esta banda desolada
tenga la mesura
y corrija en el aire el perdón
y traspase la náusea
sin dejar de poner la otra mejilla
legitimada por versos
que cosen el segmento
de untar el pan.
Así no sean las voces correctas.
Así no sea el pan el sacrificio.


VERANOS DE MI VIDA
Los veranos de mi vida están allí.
Taciturnos me observan desertor.
Los veranos de mi vida
abrieron una gran loseta.
Allí escondí el beso y la llaga.
.
.
* PIMENTEL, Jorge (2007): En el Hocico de la Niebla. Lima, Ediciones El Nocedal S.A.C, Primera Edición (1,000 ejemplares). 118 páginas.

domingo, 10 de febrero de 2008

Filosofía y Letras

Existen libros que pueblan nuestra biblioteca y que, pacientemente, esperan su oportunidad.

Mi biblioteca está plagada de ellos: adquiridos con la secreta intuición que tras sus páginas se esconden paraísos secretos e historias fascinantes, muchas veces nos decepcionan y los abandonamos prontamente, otras -las menos- nos deslumbran y hacen olvidar (por momentos y benditos que estos sean) las miserias de las cuales está hecha la vida cotidiana.

Filosofía y Letras la compré hace bastante tiempo en un remate de una vetusta tienda de revistas viejas en el centro de mi ciudad. Pertenece a la Colección Biblioteca Latinoamericana Contemporánea que tiempo atrás sacaba el diario Expreso y la Universidad Ricardo Palma. Creo que la colección la dirigía Iván Thays, aunque no podría afirmarlo con certeza. De su autor, el argentino Pablo de Santis, confieso que no sabía nada. Sin embargo, resultó ser una grata sorpresa, de esas que te salvan la semana, por más anodina que esta haya sido.

Relatada en primera persona por un desorientado joven (Esteban Miró), da cuenta de una extraña historia de intriga literaria y libresca, tributaria del viejo Borges. Existe un escritor -Homero Brocca- de cuya obra únicamente se conoce un cuento y sus infinitas versiones, sin embargo existen tres profesores (llamados Conde, Selva Granados y Novario) que se disputan el estudio y la obra de este fantasmal autor. A partir de allí se desencadena una historia de intrigas, misterios y asesinatos, teniendo como telón de fondo un vetusto y laberíntico edificio de la Facultad de Filosofía y Letras (cuya descripción ruinosa y oscura es de lo más logrado de la novela).

Filosofía y Letras, inmejorable título para una novela que cumple con su objetivo: entretenernos y hacernos olvidar -aun cuando sea por un breve paréntesis- las soledades y desencuentros que pueblan la cotidianidad de la vida diaria.

Mientras Escribo

Stephen King sigue siendo una mala palabra para la mayoría de mis amigos. Y eso es bueno.

Hace algunos años, estuvo a punto de morir a causa de un accidente automovilístico, del cual salió no muy bien librado y esa experiencia le llevó a escribir “Mientras Escribo”, una obra que va a caballo entre la autobiografía y las reflexiones, bastante lúcidas, por cierto, sobre el acto de enfrentarse a la pàgina en blanco.

Para todos aquellos que aún no lo han leído y para todos aquellos que sienten la tentación de empuñar la pluma podría ser un buen comienzo.

Políticos, beatos y tecnócratas favor abstenerse.

“El acto de escribir puede abordarse con nerviosismo, entusiasmo, esperanza y hasta con desesperación (cuando intuyes que no podrás poner por escrito todo lo que tienes en la cabeza y el corazón). Se puede encarar la página en blanco apretando los puños y entornando los ojos, con ganas de repartir ostias y poner nombres y apellidos, o porque quieres que se case contigo una chica, o por ganas de cambiar el mundo. Todo es lícito mientras no se tome a la ligera. Repito: no hay que abordar la página en blanco a la ligera.
No te pido que lo hagas con reverencia, ni sin sentido crítico. Tampoco pretendo que haya que ser políticamente correcto o dejar aparcado el humor (¡ojalá lo tengas!). No es ningún concurso de popularidad, ni las olimpiadas de la moral; tampoco es ninguna iglesia, pero joder, se trata de escribir, no de lavar el coche o ponerse rímel. Si eres capaz de tomártelo en serio, hablaremos. Si no puedes, o no quieres, cierra el libro y dedícate a otra cosa.
A lavar el coche, por ejemplo”

Stephen King, Mientras Escribo

Movimiento Perpetuo


La vida no es un ensayo, aunque tratemos muchas cosas; no es un cuento, aunque inventemos muchas cosas; no es un poema, aunque soñemos muchas cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento perpetuo; eso es, un movimiento perpetuo".
Augusto Monterroso

sábado, 9 de febrero de 2008

Changes (Bowie dixit)

…Y para no ponernos tan solemnes y tristes –ante una etapa de cambios- el soundtrack de estos días está lleno de David Bowie y ese memorable himno llamado “Changes”. ¿Bailas?
“I Said that time may change me / But I can’t trace time”

viernes, 8 de febrero de 2008

Changes

Hay ciclos que comienzan y otros que acaban.
El miedo siempre está, latente, agazapado, aguardando su oportunidad, tenaz, pacientemente.
El porvenir se presenta confuso y demasiado lejano.
Todo lo que creíamos sólido se desvanece en el aire, esfumándose como arena entre los dedos.
Desvalidos, buscamos refugio y pocas veces lo hallamos. La esperanza es una palabra prohibida.
Sin embargo, aún debemos caminar, recorriendo nuestro sendero a tientas con la incertidumbre del futuro como única guía.
Estas son las razones de mi ausencia.

Buenas noches, amigos y enemigos.