miércoles, 16 de noviembre de 2011

La estética del ruido (Sonic Youth en Lima, 10/11/2011)

Inclasificable. Así de sencillo. La música de estos pioneros de New York que, en el año 1981 y en pleno apogeo de sintetizadores, acordes edulcorados y esos raros peinados nuevos, decidieron avanzar contracorriente y regalarnos un rock primitivo, seminal, ruidoso y furioso, no puede encasillarse en corriente alguna, ninguna etiqueta es lo suficientemente buena ni extensa para abarcarlos, para digerirlos. Y ese puñado de fanáticos que, como en una antigua religión, nos dimos cita en La Molina para nuestra comunión 30 años postergada, lo sabíamos muy bien. Asistíamos a la Historia (con mayúscula, esa que es parida con violencia) y no íbamos a salir indemnes de ello.

A simple vista parecía que los únicos que habíamos comprado entrada preferencial sin recurrir a la tarjeta de crédito de papá, éramos Gustavo, Danny y yo. Pero eso no importaba. Habían nervios y los músculos estaban tensos, cerrados los puños, esperando el momento de levantarlos y agitarlos, de desatar el huracán. Las cervezas liquidadas previamente habían hecho su trabajo y la euforia estaba desatada. Los gritos de "Sonic Youth", "Sonic Youth", remecían el gran anfiteatro de la discoteca "Scencia" y la absolvían de los pecados reggaetoneros con los cuales seguramente se disfraza los fines de semana. Hasta que llegó el momento, se apagaron las luces y los jinetes de un apocalipsis antiguo aparecieron sobre el escenario.

No hubo palabras corteses de bienvenida y tampoco era necesario. Comenzaron a sonar los primeros acordes de "Tom Violence" y no hubo tiempo para más.Kim Gordon (parece mentira que una mujer de 58 años sea tan dolorosamente sexy) detuvo el vendaval del ruido para pedir calma a los desatados pogueros. Todo el mundo se empujaba y saltaba, era como una antigua danza tribal de celebración y ella se asustó. Reprendió al respetable y amenazó con no continuar. Todos asentimos obedientes pero cuando volvieron a tocar era imposible estarse quieto. Los minutos y las canciones transcurrían sin cesar y también los gritos, y el ruido y el sudor empapando las sienes. La guitarra del patilargo Thurston Moore parecía poseída, solo el demonio podía sacarle esos acordes inverosímiles. Saltábamos con Sonic Youth y nada más importaba. Ni siquiera el malhumor de Moore cuando una guitarra no se dejaba descuartizar por él, ni tampoco la evidente hostilidad con que Kim Gordon lo trataba (casados hace 27 años ahora están divorciados). Eso es anécdota. Comidilla en los baños donde no encontrábamos palabras para describir lo que habíamos visto. Habíamos asistido al fin del mundo. Y estábamos felices.

Hace 30 años que Sonic Youth comenzó a extraer belleza del ruido y esa rara magia continúia hasta ahora. Los que estuvimos ese jueves podemos dar fe de ello.

PD: Y ya va siendo hora que aquellos intonsos que piensan que Nirvana surgió de la nada, que se emocionan porque sacan en su guitarrita los acordes de "Come as you are" consigan algunos discos de Sonic Youth, quizás puedan aprender algo.




Setlist:


Tom Violence
Schizophrenia
Sacred Trickster
Calming the Snake
Mote
The Sprawl
Starfield Road
Stereo Sanctity
What we Know
Sugar Kane
Intro
Brave Men Run (In my Family)
Death Valley '69

Encore:
Drunken Butterfly
100%

Encore 2:
Teenage Riot

martes, 8 de noviembre de 2011

Siete meses


Sé que te gustan las Calas, en especial las blancas.  Las flores, dices, alejan de uno el mal y alegran el espíritu.

Sé también que, cuando duermes, algunos malos sueños hacen que te sobresaltes y, siempre dormida, solloces buscando el abrazo protector.

Sé de tu afición casi fanática al ají en las comidas.

Sé que te emocionas hasta el llanto con miles de cosas, una película, una canción, algún recuerdo.

Conozco también tu risa alborotada cuando estás feliz y tus ansias de morder cuando estás nerviosa.

Sé que puedes bailar cualquier cosa y en cualquier lado, y, casi siempre, bien.

Conozco de memoria tus ojos de relámpago, tu sonrisa fluorescente y los rasgos del tatuaje que adorna tu espalda.

Sé que cuando estás triste visitas a tu papá para conversar con él y eres la única que cambia sus flores.

En siete meses sé muchas cosas tuyas. Por ejemplo, y más allá de toda duda, que eres mi idónea.

Gracias por estos siete meses. Te amo.

lunes, 10 de octubre de 2011

La música de Steve Jobs


A Steve Jobs (1955-2011) nunca lo conocí y tampoco me interesó demasiado su trabajo o su vida.  Soy demasiado ignorante en temas informáticos para saber la ventajas de una Mac sobre un PC común y corriente. Con las justas opero algunas teclas para conectarme con el mundo y no ser una completa inutilidad frente a la pantalla.

Sin embargo, Jobs fue el responsable de que yo tenga un Ipod con 80 gb de música y que (casi) toda la música que me gusta, aquella que me hace soñar y pensar, en mis buenos y malos momentos, estén a mi alcance siempre y las pueda llevar donde quiera. Él es el responsable que casi diez mil canciones puedan estar almacenadas en ese aparatejo minúsculo del tamaño de una calculadora. A él le debo que todos los días de mi vida tengan un soundtrack diferente y distinto, según mi estado de ánimo o la reproducción aleatoria de mi Ipod negro.    

Ahora que un cáncer al páncreas lo obligó a decir adiós antes de tiempo (a pesar de su inmensa fortuna, y es que –verdad de Perogrullo- la muerte no distingue mucho entre clases sociales) me entero de ciertas cosas: que sus padres biológicos lo dieron en adopción porque eran muy jóvenes y no querían demasiados problemas, que nunca le interesó demasiado la escuela o la universidad, que fundó Apple en el garaje de su casa, que lo echaron de la compañía que él creó y solo después que regresó Apple tuvo el éxito comercial que ahora tiene, que creó Pixar y, gracias a ella, las mejores películas de animación que haya visto, que jamás dejó que su enfermedad le quitara las ganas de vivir.

A la mañana de hoy escuchaba en la radio que Jobs podía compararse con Edison o Ford, visionario en un mundo donde –ingenuamente- se cree que todo está hecho o dicho. Yo no lo sé. Como dije, sigo siendo un ignorante en muchísimas cosas (demasiadas). La mayoría de mis certezas tienen que ver aquello que me gusta hacer y, dentro de ellas, la música ocupa un lugar especial. Ojalá que donde esté Steve Jobs tenga mucha a su disposición.   

lunes, 3 de octubre de 2011

Oración


"Dios mío, no me ayudes, pero tampoco me jodas"
            
        (Montero Glez, Al sur de tu cintura)


pd: Gracias a mi amigo Gustavo Tadeo, quien, en la libreria El Virrey, me presentó a este inmejorable escritor español.

viernes, 30 de setiembre de 2011

Como decíamos ayer...


Han pasado muchos días desde que escribí por última vez en esta bitácora.

La felicidad arrojó piedras a mi ventana (como en el poema de Benedetti) y, antes que me diera cuenta, los cristales de mi tristeza se hicieron añicos y me vi caminando por un sendero distinto, descamisado y feliz, sonriendo.

Me divierto mucho y pienso seguir haciéndolo; a veces la vida hay que buscarla fuera de los libros.

Sigo creyendo en el amor como motor esencial del universo, como ingrediente indispensable de cada desayuno, almuerzo o cena que me toca llevarme a la boca. Como en la canción de Fito: "El amor después del amor, tal vez / se parezca a este rayo de sol". Como en la canción de Silvio: "Cuánto nos puede curar el amor, cuánto renace de tu mirada".

Tuve mis días sabáticos (un año hubiera sido un exceso) y bailé canciones que gustaban y otras que no y salté y reí y lloré. Unos labios me besaron miles de veces y yo también los besé de vuelta.

Ahora los boleros no me parecen tan cursis como antes. 

Vuelvo al ruedo, firme y feliz. ¿Puede pedirse algo más?

Hasta entonces.

domingo, 10 de julio de 2011

El mundo está bastante jodido desde que te fuiste...


Por él aprendí que la vida no te quita cosas, te aligera de ellas, que es diferente. Por él, hace muchos años, cuando recién descubría Lima y sus recovecos, me aventuraba solo al viejo Jirón Quilca a buscar sus cassettes piratas y era un gran acontecimiento regresar con uno nuevo y escucharlo en la solitaria habitación. A sus ocurrencias y anécdotas le debo mis sonrisas más sinceras y aun hoy recuerdo perfectamente algunas de ellas. Gracias a él nunca dejé que la depresión me tuviera del pescuezo más de un par de días. Su voz pausada era un manantial de agua clara y paz era lo que transmitían las cuerdas de su guitarra. Amor era su palabra favorita y, cada vez que podía, nos recordaba cuánta falta nos hacía. Era un vagabundo con muchas cosas por decir y tenía el extraño don de calmar los dolores más cruentos.

Algunos ilusos y cobardes creyeron que las balas pueden matar a las ideas y callar la voz del cantor, por eso le dispararon el pasado 9 de julio creyendo matarlo. Imagino ahora mismo cómo debe estar riéndose donde quiera que esté. Lo acompaño en sus carcajadas y murmullo: "gracias".

Está permitido que te caigas, no que te quedes en el suelo.

lunes, 27 de junio de 2011

El primero (de muchos más)...

"I said I know it's only rock 'n roll but I like it
I know it's only rock 'n roll but I like it, like it, yes, I do

Oh, well, I like it, I like it, I like it

I said can't you see that this old boy has been a lonely?"
(Jagger-Richards) 

domingo, 19 de junio de 2011

Papá


Ser padre a la distancia es un oficio complicado, sobretodo para aquellos que estamos acostumbrados a que el día a día nos marque la pauta de esta extraña vocación.

Hace nueve años me estrené en tal alto oficio con Paz y hace casi tres vino Mikaela a revolucionar mi vida. Ambas, en conjunto y por separado, constituyen las razones fundamentales de mi existencia y, a veces, suelen darme -de improviso- las mejores lecciones de humanidad que haya podido recibir en este complicado mundo que nos ha tocado vivir.

También, a veces, con ellas, solemos jugar un juego inconsciente y extraño: yo me convierto en su hijo y ellas me cobijan, me reprenden y me enseñan el buen camino entre lágrimas, sonrisas y abrazos. 

Por diversas circunstancias, hace tres meses que vivo lejos de ellas y me declaro absolutamente incapaz de ser padre un par de horas a la semana. Sin embargo, con paciencia y amor, trato de hacer mi mejor esfuerzo. A veces, también, la vida nos pone a bailar una canción que detestamos.

Ser papá es díficil pero se aprende.

sábado, 11 de junio de 2011

Créeme

Una declaración de principios, tan vigente entonces como ahora:

CREEME

Créeme cuando te diga
que el amor me espanta
que me derrumbo ante un "te quiero" dulce
que soy feliz abriendo una trinchera.

Créeme cuando me vaya
y te nombre en la tarde,
viajando en una nube de tus horas
cuando te incluya entre mis monumentos.

Créeme cuando te diga que me voy al viento
de una razón que no permite espera
cuando te diga que no soy primavera
sino una tabla sobre un mar violento.

Créeme si no me ves, si no te digo nada
si un día me pierdo y no regreso nunca.

Créeme que quiero ser machete en plena zafra
bala feroz al centro del combate.

Créeme cuando te diga que me voy al viento
de una razón que no permite espera
cuando te diga que no soy primavera
sino una tabla sobre un mar violento.

Créeme si no me ves, si no te digo nada
si un día me pierdo y no regreso nunca.

Créeme que quiero ser machete en plena zafra
bala feroz al centro del combate.

Créeme que mis palabras tienen de arco iris
lo que mis manos de canción inspiras
créeme, créeme
porque así soy y así no soy de nadie.

jueves, 9 de junio de 2011

The Cars: antiguedad siempre es clase


Hay discos, como libros, que son fundamentales, que -al menos por algún tiempo- te cambian la vida o te hacen pensar que no todo está perdido. Y existen bandas de rock, como escritores, que se toman tiempo para producir obras maestras. A The Cars les tomó 24 años sacar otro disco y vaya que valió la pena la espera.

Los liderados por Rick Ocasek fueron los abanderados del New Wave allá por los lejanos años '80. Jamás fueron mis preferidos, pero cómo olvidar que uno se enamoraba una y otra vez al ritmo de esa declaración de amor musical llamada "Drive" ("Who's gonna drive your home tonight / Who's gonna pick you up when you fall?"). Pasaron aquellos años de esos 'raros peinados nuevos' y el tiempo se encargó de sepultar en el olvido a muchos de aquellos ídolos cuyos pies -y acordes- demostraron ser de barro. Sin embargo, un puñado reducido de grupos demostraron que la moda musical era pasajera, pero que el talento y la calidad eran auténticos. The Cars es uno de estos últimos.

Cuando uno escucha las canciones de "Move Like This" (Hear Music, 2011) pareciera que The Cars nunca dejó de tocar, que estos largos 24 años en realidad fueron 24 meses, que aún estamos en los '80 y que vale la pena visitar alguna discoteca si es que -por ahi- pasan una canción de ellos. Y es que "Move Like This" es un disco redondo, sin pierde, con canciones que te llevan y traen por todos lados, desde añorar a la enamorada adolescente que está lejos ("Soon", "Take another look") hasta mover instintivamente los pies en busca de la pista de baile ("Blue tip", "Sad song"). El power pop que caracterizó a los Cars, aquellas guitarras plagadas de efectos, los sintetizadores, el bajo arrollador, la voz trashumante de Ocasek, absolutamente todo está incluido en este fenomenal disco.

Existen discos que son pequeñas obras maestras y que, además, nos traen de vuelta a héroes que creíamos perdidos. Move Like This de The Cars es -qué duda cabe- uno de ellos. 


SOON

You're my lover, you're the one I depend on
With one another we don't have to pretend

You could turn me down or over twice
You could treat me mean or treat me nice

But soon the time will come I know what I put you through
The time will run away from us like time it will do

You're my lover and forever my friend
When I touch you I never want it to end

When the starry night is left to dawn
The thought of you just keeps me dreaming on

But soon the time will come I know what I put you through
The time will run away from us like time it will do

When I need you, you will always be there
And you're my lover we can go anywhere

When the starry night is left to dawn
The thought of you just keeps me dreaming on

But soon the time will come I know what I put you through
The time will run away from us like time it will do

I know what I put you through

lunes, 6 de junio de 2011

Karl Popper y el Perú

"El deseo de hacer a los hombres perfectos y felices es quizás la más peligrosa de todas las ideas políticas. El intento de realizar el paraíso en la tierra ha producido siempre el infierno..."

miércoles, 25 de mayo de 2011

Simpatía por el diablo


En el fondo, al fin y al cabo, no es más que una tierna y dulce historia de amor.

¿Qué podría hacer uno si, de la noche a la mañana, descubre que el amor de su vida aparece violada y muerta y, además, todo el mundo cree firmemente que el culpable es uno mismo? Emborracharse y despotricar contra Dios y sus vírgenes sería comprensible. Pero, ¿si después de una noche de alcohol y maldiciones, al día siguiente, en plena resaca, descubrimos que dos pequeñas protuberancias -vamos, cuernos- nos están saliendo en la frente y que nos vamos pareciendo al demonio?

Este es el inicio de la nueva historia de Joe Hill, el hijo de Stephen King, y a quien la sombra de su célebre padre parece ya no incomodarle. Talento le sobra. Historias, también. Su nueva novela es un tremendo ejemplo de ello.

En esta metamorfosis oscura y asfixiante, la vida del protagonista, Ignatius Perrish, va descendiendo en una espiral demoníaca, mientras ve -con absoluto estupor- que no solo va adquiriendo la apariencia física del mismísimo diablo, sino que, además, comienza a tener sus talentos: la gente que físicamente está cerca de él termina por confesarle sus más profundos y oscuros deseos y sus más terribles pecados. A partir de allí, comenzará a recorrer un tormentoso camino en busca del asesino de su novia.

Es complicado comentar una novela como esta sin romper su encanto con argumentos excesivos. Basta decir aquí que, una vez más, Joe Hill, el segundo hijo de Stephen King, ha vuelto a dar en el blanco (¿o mejor sería decir en el negro?).

"Pleased to meet you / hope you guess my name" 

sábado, 14 de mayo de 2011

All you need is PAUL (Macca en Lima, 09 de mayo de 2011)


Yo nací tres años después que los Beatles se disolvieron. Sin embargo, aprendí a crecer con su música como una grata presencia constante y casi toda mi vida puede explicarse con sus canciones.

El pasado 09 de mayo uno de aquellos sueños que de tan lejanos parecen inconcebibles fue hecho realidad. Paul McCartney, uno de los músicos fundamentales del siglo XX y protagonista fundamental de los Beatles, ofreció el mejor concierto que haya visto y disfrutado la usualmente fría Lima. Las casi cincuenta mil personas que nos reunimos aquel día en el Estadio Monumental como absortos acólitos de una extraña religión, pudimos escuchar y disfrutar en directo a nuestro sumo pontífice.

Atrás quedaron las innumerables dificultades para acceder al estadio: la interminable caminata -el "Woodstock cholo", como acertadamente lo calificó Danny-, el tránsito endemoniado que se apoderó de esa parte de la ciudad y la lucha interna con una vieja oclofobia que esperaba agazapada para actuar, poco o nada importaban; cuando sonaron los acordes de "Hello Goodbye", miles de recuerdos y sentimientos se agolparon en la mente y el corazón y el sueño acababa de empezar.

En mi caso, los 38 años de espera (en otros, toda una vida) estaban siendo largamente recompensados. El viejo Paul se mostraba en la mejor de sus formas, pasando del bajo, a la guitarra -acústica y eléctrica-, al piano y hasta el ukulele. Con un español rescatable para dirigirse a su público, uno de los genios más grandes de la música popular que haya visto el mundo jamás, ofrecía -una tras otra, sin dar un respiro siquiera- aquel puñado de canciones inmortales que nos han acompañado por todas las etapas de nuestra vida. Uno debía respirar hondo y frotarse los ojos para poder aquilatar que Paul McCartney estaba frente a nosotros cantando aquellos sueños de tres minutos y unos cuantos acordes.

Usualmente se suele decir que el público limeño es bastante frío y apático, indiferente, que no se emociona con nada y que, en comparación, por ejemplo, con el argentino, somos un chancay de a veinte. Sin embargo, aquella noche, el Estadio Monumental fue exorcizado de todos sus mediocres demonios futboleros, la masa se agitaba y rugía como un cataclismo adelantado y correspondía todos los chascarrillos de Macca con aplausos, vivas y vítores. Además todo el mundo cantó todo, imposible no reconocer ni acompañar las letras que, día a día, sonaban en nuestros viejos vinilos, nuestros discos compactos, nuestros MP3 y nuestras mentes y corazones (solitarios).  

Imagino que cada uno de los asistentes a aquella inolvidable noche tienen su particular momento emotivo, aquel en el cual el alma se encoge como el universo antes de estallar y, como el Aleph de Borges, toda la vida se condensa en un solo punto. En mi caso fueron varios, cuando le dedicó aquel manifiesto de amor desgarrado llamado "Here Today" a Lennon; cuando, con su ukulele, dedicó "Something" (una de las mejores canciones de amor escritas jamás) a Harrison -imposible no coger el teléfono y hacer participar a los que se quedaron lejos de ese momento en el cual las lágrimas no podían ser contenidas más-; cuando en el piano sonaron los acordes de "Let it be" y "Hey Jude" (aquellas piezas fundamentales de los Beatles, cantadas mil veces con los compinches de siempre en mi cuarto de Los Olivos, embotados en alcohol y con el eterno cigarrillo entre los dedos); cuando sonaron los acordes de "A day in the life" empalmada con "Give peace a chance" y en la pantalla las imágenes de Lennon tomaban por asalto el escenario. Cuando cantó sobre toda aquella gente solitaria que no se sabe de dónde viene en "Eleanor Rigby" y cuando habló del pasado y de los amores perdidos en "Yesterday"; cuando la pirotecnia estalló en "Live and let die" ("Cuando eras joven y tu corazón era un libro abierto..."); cuando cantó aquel himno optimista llamado "Ob-la-di Ob-la-da" ("life goes on...bra") y cuando el rock se desató en "Back in the U.S.S.R", "Helter Skelter", "I've got a feeling" y "Get back". Aquellos momentos de emoción con el alma encogida en un puño son impagables.

Al final, cuando todo terminó, con mi querido viejo amigo de siempre, Danny, nos quedamos en el Estadio
durante 40 minutos, tratando -cada uno a su modo- de sopesar y procesar lo que había pasado en esa noche mágica. Esa sensación, absorto y alucinado, me acompañó todo el interminable trayecto de regreso a casa y me impidió dormir a pesar de lo cansado que estaba y que al día siguiente debía estar temprano en el aeropuerto de vuelta a mi andina ciudad.

Aquella noche, al menos por tres horas, Lima entró en la historia de la música de inmejorable forma.

All you need is Paul!!!!!!!!

PD: Estas líneas son para mi hermano Hugo, quien, cuando yo era solo un chiquillo mocoso y él estaba en el Colegio Militar, me dejaba al alcance de la mano sus vinilos de los Beatles y que yo solía escuchar -aun imberbe- en el viejo tocadiscos de mi sala. No recuerdo muchas cosas de mi infancia -envidio a los que sí- pero una de las pocas imágenes vívidas que tengo de esos años es el extraño sonido que salía del Abbey Road y que me gustaba escuchar, una y otra vez. Gracias Hugo, por esta y muchísimas cosas más.





SET LIST
Hello Goodbye
Jet
All My Loving
Letting Go
Drive My Car
Sing The Changes
Let Me Roll It
The Long And Winding Road
Nineteen Hundred and Eighty Five
Let 'Em In
I've Just Seen A Face
And I Love Her
Blackbird
Here Today
Dance Tonight
Mrs Vandebilt
Eleanor Rigby
Something
Band on the Run
Ob-La-Di, Ob-La-Da
Back In The USSR
I've Got A Feeling
Paperback Writer
A Day In The Life / Give Peace A Chance
Let It Be
Live And Let Die
Hey Jude

Encore
Day Tripper
Lady Madonna
Get Back

Second Encore
Yesterday
Helter Skelter
Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band / The End





sábado, 7 de mayo de 2011

Piedritas en la ventana


De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas

quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos

está bien no jugaré al desahucio
no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca

está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana
abriré la ventana.
                        (Mario Benedetti)

domingo, 1 de mayo de 2011

Ernesto Sabato: Antes del fin


Ernesto Sabato se fue 55 días antes de cumplir los cien años. Se cansó de esta vida que él mismo se ocupó de mirarla desde tantos ángulos distintos. Nos dijo adiós y cerró sus maltratados ojos, esta vez para siempre. Este mes de abril -a pesar de todo lo bueno que trajo- sigue siendo el más cruel.

Él fue responsable que todas las chicas que me gustaran en la universidad les cambiara el nombre por "Alejandra", buscando inútilmente en ellas a aquel personaje tan entrañable de "Sobre héroes y tumbas". Sus ensayos (aun recuerdo el estremecimiento cuando descubrí 'Uno y el universo'), leídos al fondo de una aburrida clase de derecho, fueron mis mejores lecciones de filosofía, ética y moral. En sus pocas novelas aprendí más de la vida que en las esquinas de mi calle.

Con su doctorado de física a cuestas, en París, se fue a refugiar entre los surrealistas franceses, aburrido de ver pasar la vida desde el Labotario Curie ("Durante ese tiempo de antagonismos, por la mañana me sepultaba entre electrómetros y probetas y anochecía en los bares, con los delirantes surrealistas. En el Dome y en el Deux Magots, alcoholizados con aquellos heraldos del caos y la desmesura, pasábamos horas elaborando cadáveres exquisitos"). Cansado de la ciencia, descreído y escéptico, abandona una prometedora carrera en la física y decide refugiarse en la literatura y pintura. "El Túnel" es una de sus primeras ficciones, aun cuando sus ensayos ya eran conocidos ("Bastará decir que soy Juan Pablo Castell; el pintor que mató a María Iribarne..."), después vendrían "Sobre héroes y tumbas" y "Abaddón el exterminador", tres novelas con las cuales su prestigio y calidad como escritor comienzan a ser unánimemente reconocidos. Recibe el premio Cervantes en 1984, pero ni aún así dejó de quemar a la tarde todo aquello que escribía durante el día.

Luego de recuperada la democracia en Argentina, el presidente Raúl Alfonsín le encomendó la difícil tarea de presidir la CONADEP, una comisión encargada de investigar las violaciones de derechos humanos en la Argentina durante la dictadura y que dio origen al estremecedor informe: 'Nunca más': "Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: ¡Nunca más!" (palabras del Fiscal Strassera en el juicio a las Juntas Militares). 

Su mujer de siempre, Matilde (a quien conoció a los 17 años, en el partido comunista) se fue hace 13 años, dejándolo en una profunda tristeza. Abandonó para siempre la escritura (la ceguera galopante que lo acosaba no le dio tregua alguna) y se refugió en la pintura y la música. Quizás la muerte -esa dama impía que no respeta nada- lo encontró así, sereno y tranquilo, con un pincel a la mano y con un viejo tango resonando en las paredes de su casa.

El día de ayer fue uno aciago, no solo para la Argentina, sino para todos aquellos que lo sentimos -a través de sus novelas y ensayos- como un viejo maestro, como un padre intelectual distante pero no por eso menos cariñoso ni generoso. Hasta siempre maestro Sabato, por aquí se te extrañará mucho.

 "Les propongo, entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso... sólo quienes sean capaces de sostener la utopía, serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido"


Ernesto Sabato, 24/06/1911 - 30/04/2011