domingo, 1 de mayo de 2011

Ernesto Sabato: Antes del fin


Ernesto Sabato se fue 55 días antes de cumplir los cien años. Se cansó de esta vida que él mismo se ocupó de mirarla desde tantos ángulos distintos. Nos dijo adiós y cerró sus maltratados ojos, esta vez para siempre. Este mes de abril -a pesar de todo lo bueno que trajo- sigue siendo el más cruel.

Él fue responsable que todas las chicas que me gustaran en la universidad les cambiara el nombre por "Alejandra", buscando inútilmente en ellas a aquel personaje tan entrañable de "Sobre héroes y tumbas". Sus ensayos (aun recuerdo el estremecimiento cuando descubrí 'Uno y el universo'), leídos al fondo de una aburrida clase de derecho, fueron mis mejores lecciones de filosofía, ética y moral. En sus pocas novelas aprendí más de la vida que en las esquinas de mi calle.

Con su doctorado de física a cuestas, en París, se fue a refugiar entre los surrealistas franceses, aburrido de ver pasar la vida desde el Labotario Curie ("Durante ese tiempo de antagonismos, por la mañana me sepultaba entre electrómetros y probetas y anochecía en los bares, con los delirantes surrealistas. En el Dome y en el Deux Magots, alcoholizados con aquellos heraldos del caos y la desmesura, pasábamos horas elaborando cadáveres exquisitos"). Cansado de la ciencia, descreído y escéptico, abandona una prometedora carrera en la física y decide refugiarse en la literatura y pintura. "El Túnel" es una de sus primeras ficciones, aun cuando sus ensayos ya eran conocidos ("Bastará decir que soy Juan Pablo Castell; el pintor que mató a María Iribarne..."), después vendrían "Sobre héroes y tumbas" y "Abaddón el exterminador", tres novelas con las cuales su prestigio y calidad como escritor comienzan a ser unánimemente reconocidos. Recibe el premio Cervantes en 1984, pero ni aún así dejó de quemar a la tarde todo aquello que escribía durante el día.

Luego de recuperada la democracia en Argentina, el presidente Raúl Alfonsín le encomendó la difícil tarea de presidir la CONADEP, una comisión encargada de investigar las violaciones de derechos humanos en la Argentina durante la dictadura y que dio origen al estremecedor informe: 'Nunca más': "Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: ¡Nunca más!" (palabras del Fiscal Strassera en el juicio a las Juntas Militares). 

Su mujer de siempre, Matilde (a quien conoció a los 17 años, en el partido comunista) se fue hace 13 años, dejándolo en una profunda tristeza. Abandonó para siempre la escritura (la ceguera galopante que lo acosaba no le dio tregua alguna) y se refugió en la pintura y la música. Quizás la muerte -esa dama impía que no respeta nada- lo encontró así, sereno y tranquilo, con un pincel a la mano y con un viejo tango resonando en las paredes de su casa.

El día de ayer fue uno aciago, no solo para la Argentina, sino para todos aquellos que lo sentimos -a través de sus novelas y ensayos- como un viejo maestro, como un padre intelectual distante pero no por eso menos cariñoso ni generoso. Hasta siempre maestro Sabato, por aquí se te extrañará mucho.

 "Les propongo, entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso... sólo quienes sean capaces de sostener la utopía, serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido"


Ernesto Sabato, 24/06/1911 - 30/04/2011

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fabulosa nota sobre el Maestro Sábato! Buenas noches Señor!