domingo, 28 de noviembre de 2010

Los hijos perdidos de Neruda

La soledad también tiene sus ventajas, al menos para aquellos que solemos detestarla por múltiples razones. Podemos, por ejemplo, disponer de nuestro tiempo libre con absoluta libertad, tirarnos perniabiertos sin hacer nada, viendo como el reloj va avanzando descuidado a lo largo del día o, como ahora, enfrascarnos en un libro divertido que nos haga perder la noción del tiempo, al menos durante el par de días que duró su lectura.

Esto último es lo que acaba de pasarme con "El caso Neruda" del chileno Roberto Ampuero, el libro que compré distraído en una libreria de mi andina ciudad con esa secreta intuición de tesoro oculto que solo el tiempo puede develar.

La historia discurre en Chile, en el invierno de 1973, los últimos meses del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende. Cayetano Brulé (el célebre detective cubano creado por Ampuero) conoce casualmente a Pablo Neruda, quien, en el ocaso de su vida y carcomido por el cáncer que, junto con el golpe de estado de Pinochet, se lo llevarían al otro lado, le confía una extraña misión. Debe rastrear en México a una enigmática mujer, quien en el pasado ha sido la amante del poeta siendo una mujer casada y a quien éste abandonó en su embarazo, sospechando que la hija que tuvo es suya.

Sin duda, la humanización de Neruda y la descripción de sus contradicciones como ser humano son lo más logrado de la novela. El poeta, quien hasta su vejez no dejó de tener mujeres y amantes a su lado, recuerda, en su ocaso, su reprochable comportamiento con las mujeres de su vida, que lo llevó incluso a abandonar a su única hija -Malva Marina y a la madre de ésta, Maria Antonieta Hagenaar- porque había nacido con hidrocefalia y sería un lastre demasiado pesado de cargar en su incipiente -todavía- carrera de poeta. El remordimiento y la lucidez que supone encontrarse próximo a la muerte hace que Neruda le encargue a Cayetano Brulé el seguir los rastros de su amante y de su hija perdida, entregándole unos libros de George Simenon para que, con la ayuda del personaje de éste, Maigret, pueda definir su carácter de detective privado.

Ampuero se inspira en un verso del poema "La pródiga" (Los versos del capitán), donde Neruda escribe: "Yo te pregunto: ¿dónde está mi hijo?" para dar rienda suelta a una historia llena de suspenso e intrigas históricas, donde si bien es cierto a veces se ven las costuras, el producto final es bastante satisfactorio y entretenido, que ya es decir bastante en épocas como la nuestra, donde la literatura se parece cada vez más a un fuego de artificio que a una herramienta que te ayude a transitar tu soledad, por ejemplo.

Ahora ataco "Nuestros años verde olivo", las memorias de la revolución cubana de Ampuero, pero ésa es ya otra historia.

  

Machu Picchu


Quizás se deba a los días de ausencia. Quizás al tiempo pasado fuera de casa. Quizás a este terrible, puntual y marcial dolor de estómago. Quizás a que regreso de Tacna, cuna del poeta Juan Gonzalo Rose. Quizás a todo esto y quizás a ninguna cosa, simplemente porque sí. El caso es que me acuerdo del breve pero inmenso poema de Juan Gonzalo, a quien le bastó únicamente un par de versos para revelarnos una verdad inconmensurable como nuestra enorme ciudadela: "menos belleza, Padre, y más sabiduría".

Machu Picchu, dos veces
me senté en tu ladera
para mirar mi vida.

Para mirar mi vida
y no por contemplarte,
porque necesitamos
menos belleza, Padre,
y más sabiduría.