miércoles, 31 de octubre de 2007

The Velvet Underground - Rock and Roll

Hoy es 31 de octubre.
Me resisto a celebrar canciones que hablan sobre víboras, malos pasos y plebeyos. De igual manera, renuncio a disfrazarme y, haciendo el ridículo, bailar cumbias pegadas y apestosas.
Prefiero poner la Velvet Underground en mi auto y huir con rumbo desconocido....

martes, 30 de octubre de 2007

El Imberbe y el Cachetón (o Sendero Luminoso para Principiantes)

Santiago Roncagliolo ha traido cola con la publicación de "La Cuarta Espada. La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso" (Debate, 2007). Desde múltiples zonas, orificios y agujeros (muchos provenientes de la blogósfera) le han caido con todo y -quizás- con razón.

En las primeras páginas el buen Santiaguito confiesa que empieza eligiendo el tema porque vende: "O porque yo creo que vende. O porque es lo único que puedo vender. Siempre he sido un mercenario de las palabras. Escribir es lo único que sé hacer y trato de amortizarlo. Ahora vivo en España y trato de hacerme un lugar como periodista. Necesito algo novedoso, y el tema de actualidad en el último año, tras el 11-M, es el terrorismo" (página 23). ¿Honestidad brutal? ¿insensatez? En todo caso ya sabemos el público al cual está destinado el libro: europeos aburridos de sus propios grupetes violentistas y ávidos por historias sanguinarias tercermundistas envueltas en papel celofán. Libro avisado no espanta gente.

Más adelante, nuestro imberbe escritor dispara: "Un mes después, aterrizo en mi ciudad con la sensación de que me he metido en un lío. Para empezar, no sé nada realmente" (página 24). ¿Y, entonces, sino sabe nada, de dónde salió Abril Rojo? Mejor hubiera empezado preguntándole a Daniel Alarcón, digo yo.

Las perlas no acaban y algunas realmente son de antología. Como aquella que compara la ideología de los senderistas con la "Fuerza" del jedi Luke Skywalker (página 71). O aquella donde señala que de tanto leer literatura marxista y conversado con simpatizantes de Sendero Luminoso ya no puede caminar sin ignorar a los mendigos de Lima y siente rabia y culpabilidad por eso (página 188). El cénit de la inoculación de su nueva conciencia popular llega cuando en el balneario de Asia, entre cebiches y cervezas, alza la voz a un amigo pituco espetándole que en esa playa no pueden bañarse los 'pobres' (página 191).

Ahora bien ¿son estos traspiés deliberados o ingenuos suficientes para destazar al libro y su autor?. Me parece que no. Conozco a muchos que sacaron el palo y el puñal y pegaron fuerte que morirían por tener la cobertura que tiene este libraco y suscribirían con puntos y comas tantas o más barrabasadas como las descritas anteriormente con tal de gozar de la publicidad de la espada de juguete del buen Santiaguito.

El libro se deja leer y su ritmo es ágil, quizás debido a su naturaleza light (tampoco nadie está para releer la Entrevista del Siglo y aquilatar a pie de página las sandeces materialistas y dialécticas esbozadas por el cachetón iluminado). Pero eso siempre se agradece. Santiaguito demuestra destreza en el oficio y sería mezquino no reconocerlo.

¿Historia superficial, tenue y oportunista?. Sí. ¿Imberbe metido en ligas mayores? También. ¿Oportunidad para descalificar a Roncagliolo como escritor y cronista? Aún no.

El tren de la Historia deberá juzgarlo.

viernes, 26 de octubre de 2007

martes, 23 de octubre de 2007

En Brazos de la Fiebre


Todo empezó el viernes pasado.
Un ligero dolor de huesos en ambas piernas y un sudor helado recorriéndolas anunciaban la hecatombe. Luego, a la noche, escalofríos y sudores, alucinaciones, desataban la fiebre y los demonios escondidos en el cuerpo de este hereje servidor. Garras de hielo atravesaban los huesos y cualquier maldición resultaba insuficiente. Con tanto frío, el infierno parecía un buen lugar.
Reacio a luchar con armas químicas, en medio del delirio, me niego a ingerir pastilla alguna y me aviento –pecho descubierto- a la fiebre y sus excesos. Innumerables batallas imaginarias se libran esa noche y yo pierdo casi todas.
Empapado en mi sudor veo amanecer –por fin- e iluso creo que lo peor pasó.
Sábado, domingo –me censan desvariando- y lunes, la fiebre (idéntica, invariable, resistente) me atrapa, con alevosía de nocturnidad, y me lleva a sus oscuros dominios.
Tal es el caldero donde me cocino lentamente que hasta contemplo la posibilidad de recurrir al Seguro Social –¡Horror¡- y dejarme hacer por aquellos médicos ignorantes, matasanos e indolentes, tan preocupados por la salud del prójimo como por el último libro de Habermas. Un último rapto de lucidez me hace desistir, pero las fuerzas fallan y no creo que pueda soportar más.
Repleto de paracetamol burlo, por horas, a mi pequeño infierno particular pero la vigilia se confunde con el sueño y no sé donde despertar o seguir durmiendo. A estas alturas, mi garganta es un hoyo de clavos y vidrios rotos. Pasar saliva es una tortura del Santo Oficio.
Hoy martes me di por vencido, acudo a una querida amiga farmaceútica y descubro para ella mi lampiña nalga. Una aguja destila en mí un cóctel Lincomicina y Dexametasona y me siento un poco mejor.
Espero a la noche la fiebre para librar la última batalla.


“Con los brazos de la fiebre que aún abarcan mi frente/lo he pensado mejor.
Y desataré las serpientes de la vanidad./El paraíso es escuchar,el miedo es un ladrón/ al que no guardo rencor/y el dolor es un ensayo de la muerte”.
(Héroes del Silencio, En Brazos de la Fiebre).

domingo, 14 de octubre de 2007

Canción o De Que Callada Manera (al estilo de Pablo Milanés)


¿Qué quieren? Después de años -gracias al mp3- escucho este poema de Nicolás Guillén en el insuperable filin de Pablito Milanés. Hasta los herejes tienen su corazoncito.
.......
.......
¡De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera!
¡Yo, muriendo!
...
Y de que modo sutil
me derramo en la camisa
todas las flores de abril
...
¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera la primavera?
¡No soy tanto!
...
En cambio, ¡Qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!
...
De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera
¡Yo, muriendo!

viernes, 12 de octubre de 2007

NOBEL DE LITERATURA 2007: DESCONOZCO MAYORMENTE


A esta tía -con cara de abuelita campesina holandesa- la Academia Sueca le ha concedido el premio Nobel de Literatura para este año.

De seguro no faltará gente -nunca faltan- que comiencen a alabar la obra de la abuelita, a decir que es muy importante, que ya era hora que se lo dieran y todo eso.

Particularmente, la Academia Sueca me aburre más cada año con sus elecciones.

Al enterarme de la elección de la abuelita, solo puedo repetir lo que el guachimán de mi cuadra cuando le preguntas por alguna información: DESCONOZCO MAYORMENTE, SEÑOR.

martes, 9 de octubre de 2007

Lo justo, Daniel Alarcón


En un interminable viaje ferroviario Machu Picchu-Cusco (materia de comentarios posteriores) pude terminar el libro de cuentos del peruano-norteamericano Daniel Alarcón "Guerra a la Luz de las Velas"(2006). Ya hacía unas cuantas semanas había despachado su primera novela "Radio Ciudad Perdida" (2007).

Al pasar la última página de los dos libros el balance es positivo. Sin duda la novela supera -en su conjunto- a los cuentos (realizados éstos más bien como un ejercicio de técnica, como un aprendizaje literario) y refleja la madurez del oficio con que este desmelenado chibolo se para -con pana y concha- en la cancha de los escritores consagrados. A sus casi 30 años Daniel Alarcón tiene aún la edad suficiente para catalogarlo como una joven promesa (no olvidemos que la literatura peruana está plagada de jóvenes que lo fueron y que ahora son tristes realidades).

"Lost City Radio" en su título original (no olvidemos que Alarcón escribe en inglés y en este lado del río lo leemos en traducción) aborda el tema de la violencia política pero sin ambientarla en ningún lugar en especial. El país no tiene nombre y sus ciudades se llaman por números. Alarcón se desmarca así de los interminables anaqueles de novelas que -inutilmente- han querido convertirse en los retratos de la violencia peruana en los '80 y 90'. La violencia está ahí y recorre todo el engranaje de la novela, pero como un halo sutil, una presencia ubicua que todo lo puebla y corrompe. El esfuerzo y el planteamiento de la historia en Alarcón dan resultados. Estamos ante una de las mejores historias sobre la violencia política peruana que se hayan escrito desde hace muchos años (quizás desde "Historia de Mayta" de Vargas Llosa).

Los cuentos que integran "Guerra a la Luz de las Velas" parecen más bien escritos para experimentar con técnicas que para contar historias, sin que último esto sea necesariamente un demérito. Sin embargo, en este libro quizás lo sea. Las costuras que unen las historias en algunos cuentos se ven más de lo necesario. Sin embargo, existen otros donde la historia encaja perfectamente con la técnica. En ese sentido, quizás el cuento que más sobresalga sea "Ciudad de Payasos" (Lima es eso, una ciudad poblada de payasos) y "Guerra a la Luz de las Velas" (por primera vez un personaje senderista retratado en toda su humanidad, imparcialmente, sin loas ni diatribas). En el recuento de los daños, me parece que lo de Alarcón es la novela, el largo aliento que supone ganar la pelea por puntos y no por knock out.

En resumen, aplausos y publicidad merecida. Esperemos un poco -la segunda novela- para ver si nos ponemos de pie.

jueves, 4 de octubre de 2007

"A todos los prófugos del mundo"



El 03 de octubre se cumplen 30 años desde que Luchito Hernandez decidió acabar con todo y convertirse en un prófugo del mundo.

Ahora que los aniversarios están de moda y solo nos acordamos de los muertos cuando mueren un año más y todos son amigos de Lucho y todos lo conocían y querían, hagamos silencio y recordemoslo con poesía, como debe ser:

"A todos los prófugos del mundo, a quienes quisieron contemplar el mundo, a los prófugos y a los físicos puros, a las teorías restringidas y a la generalizada. A todas las cervezas junto al mar. A todos los que, en el fondo, tiemblan al ver un guardia. A los que aman a pesar de su dolor y el dolor que el tiempo hace florecer en el alma".
(Luis Hernández Camarero)




miércoles, 3 de octubre de 2007

Los Jefes



Después de varias lunas retomo mi herética bitácora.

Unas vacaciones frustradas y algunos asuntos laborales urgentes que atender me impidieron seguir escribiendo con la frecuencia que hubiese deseado.

Por otro lado, contra todas mis creencias y certezas he aceptado un cargo 'gerencial' -como escribirían los huachafos- dentro de mi trabajo, de jerarquía y de mayor responsabilidad. Tendré la desgracia de dirigir a otros seres humanos. Pobres ellos y pobre yo.

Me parece que existe algo de masoquismo oculto en la ambición de poder. Sentir que uno encuentra el sentido de su vida al dirigir la de otros refleja -creo- una visión del mundo bastante limitada. Origen de todos los conflictos pasados y los que vendrán.

Mario Benedetti escribe en La Tregua: "Nunca me sentí atraido por las jerarquías. Mi lema secreto: 'cuanto menos jerarquías, menos responsabilidad'. La verdad es que uno vive más cómodo sin grandes cargos".

El tiempo dirá si debí hacerle caso.