sábado, 4 de octubre de 2008

Dejando todo en sus manos...

Imaginen esta historia: Un escritor mediocre y sin éxito, con penurias económicas, recibe un extraño encargo de un amigo editor, aceptarán publicar su rechazada novela y le darán un adelanto económico si acepta el encargo de rastrear y ubicar a un tal "Juan Pérez", quien desde un pueblo perdido del interior del Uruguay ("Penurias", localidad ubicada entre "Miserias" y "Desgracias") hizo llegar por correo el manuscrito de una novela por la cual unos editores suecos han perdido la cabeza y quieren publicarla a toda costa, pero el caso es que el sobre postal enviado no alcanza mayores datos sobre su remitente. A partir de aquí, nuestro fracasado escritor realiza un viaje en plan Phillip Marlowe tercermundista, tratando de rastrear y ubicar al misterioso escritor de quien se cree que el nombre consignado es sólo un seudónimo. En el camino de su indagación se suceden toda una serie de eventos desafortunados y kafkianos: se enamora perdidamente de la puta del pueblo, se encuentra con un odiado compañero de escuela y conoce a toda la fauna bizarra del pueblo, sin que nadie pueda darle mayores luces sobre el misterioso escritor y su destino.

"Dejen Todo en mis Manos" es una magistral novela -escrita en plan de novela negra, pero es más que eso- del uruguayo Mario Levrero (1940-2004), autor casi desconocido para nuestro canon literario, pero no por ello menos fundamental en la historia de la literatura escrita en esta parte del continente. Autor de culto, recién a partir de su muerte se le comienza a descubrir y dar la importancia que realmente merece.

De Mario Levrero únicamente había leído reseñas entusiastas de Gustavo Faverón, Ivan Thays, No Future y el Puñalón, pero no fue hasta el almuerzo con éste último en el Ovalo Gutierrez (carajo! hace sólo años con el Puñalón nos íbamos de bar en bar hasta que la mañana o el bolsillo nos alcance, ahora almorzamos como dos viejas pitucas) cuando fuimos a la Librería El Virrey y me compelió a comprar el libro. Jamás 48 soles estuvieron mejor gastados (más los intereses de la maldita tarjeta de crédito).


El Inicio:

"-La novela es buena- dijo el Gordo, e hizo una pausa significativa-. Pero...

Podía habérmelo imaginado, porque sé desde hace unos cuantos años que mis novelas pertenecen a esa clase; buenas, pero... Los críticos se esfuerzan por clasificar mi literatura como perteneciente a tal o cual categoría, pero los editores son más realistas, y unánimes; hay una sola categoría posible para mi literatura: buena, pero..."

"Hay algo terriblemente culpable en el hecho mismo de ser uruguayo, y por lo tanto nos resulta imposible decir no clara, franca y definitivamente. Es preciso agregar un enorme palabrerío para justificar ese no, siempre y cuando lleguemos a pronunciarlo; más a menudo nos enredamos en transacciones complicadas, viciadas de irrealidad, que suelen conducir a desastres monumentales"

"El mensaje más claro quizás era: no nos hacen falta mártires; los mártires, a la larga, nunca sirvieron mucho"

"Dejé languidecer la conversación porque, como predicara William Blake, no es bueno cultivar deseos que no habrán de ser satisfechos. Lo sentí mucho; evidentemente yo le había caído bien, y ella realmente era un buen pedazo de mujer. Se llamaba Roxana o algo así. Adiós Muñeca"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Miralas... las señoritas miraflorinas hacen cosas productivs, en vez de estar dispilfarrando en dorados liquidos sus centavos... a ver si esa maldita gota por fin desaparece? Tomamos nota del libro.. Sigo pensando q el de la foto es un antiguo amigo de la universidad...

Anónimo dijo...

¿alguien dijo Wertheman?