miércoles, 20 de febrero de 2008

La Tumba del Poeta


Durante mi estadía en la ciudad de Puerto Maldonado quise saldar una antigua deuda que en los anteriores viajes no había podido cumplir.

Quise visitar la tumba del poeta Javier Heraud, joven promesa de la poesía peruana (el poeta joven por excelencia de este malhadado país), muerto a orillas del río Madre de Dios, el 15 de mayo de 1963, acribillado de 26 balazos disparados por policías ignorantes y enardecidos terratenientes que jugaban a la cacería de comunistas, mientras el poeta trataba de alcanzar la otra orilla del río para escapar en la espesura de la selva. Javier Heraud tenía 21 años y muchos sueños por cumplir.

Javier Heraud representa el compromiso con los ideales llevado hasta las últimas consecuencias. Egresado del colegio Markham, ingresa a la Facultad de Letras de la Universidad Católica en primer puesto, con 18 años publica su poemario “El Río” (1960) y comparte ese año con César Calvo el premio “poeta joven del Perú”. Después se matricula en San Marcos, viaja por Moscú, China, París y Madrid. Conoce Cuba y decide enrolarse en las guerrillas románticas del MIR. Regresa al Perú de incógnito y se traslada con otros compañeros de aventuras revolucionarias al departamento de Madre de Dios. Tienen unos cuantos fusiles viejos y son descubiertos por la policía y un grupo de gamonales que ven amenazados sus latifundios por la llegada de “los comunistas”. Se inicia una cruenta cacería y comienza el tiroteo, mientras los pocos guerrilleros tratan de huir cruzando el río. La canoa es pequeña y Javier Heraud demasiado alto. No había forma de esconderse. Una a una, las 26 balas explosivas –utilizadas para cazar venados- van llevándose la vida del joven poeta, mientras se agitan trapos blancos y los demás guerrilleros se rinden. Sus últimos momentos entre los mortales los pasa bamboleándose en una canoa, entre pájaros y árboles, como él mismo escribió en el poema “Yo no me rio de la muerte” ("Yo nunca me río de la muerte...Simplemente sucede que no tengo miedo de morir entre pájaros y árboles").

El día es tremendamente caluroso y comienzo mis pesquisas tratando de averiguar dónde queda el cementerio antiguo de Puerto Maldonado. Imagino que allí está enterrado el poeta, pues a pesar preguntar a los lugareños por él, nadie me sabe dar razón. A tientas llego al antiguo campo santo y lo primero que me sorprende es lo cerca que estaba de mi hotel y lo abandonado que se encuentra. Carece de rejas que vigilen su entrada y es una inmensa pampa sin cerco perimétrico alguno. Todo está cubierto de una espesa vegetación y la mayoría de sepulcros están al ras del suelo, en tierra y con solo una cruz que los identifica, como en una película de terror. A esta hora no hay nadie y camino espantando lagartijas y otros animalejos que cruzan por mis pies. Ha llovido en la noche y la tierra está blanda, removida y húmeda. Sigo internándome y cuando creo que me he equivocado de lugar y estoy por regresar, descubro el sepulcro del poeta. Está su nombre y la fecha de su muerte, nada más. Un techo de calaminas lo protege de la lluvia y una vela derretida recuerda alguna visita reciente. Me quedo 20 minutos contemplandolo mientras el sol y el calor siguen haciendo estragos. Miles de imágenes pasan por mi cabeza y me inunda una extraña emoción. Sigue pasando el tiempo y ya debo estar en el aeropuerto, sin embargo, me quedo aquí de pie, recordando y pensando, lleno de una inusual melancolía. No sé cómo irme de este lugar. Alguna extraña fuerza me retiene. Recito en voz baja mi poema favorito del poeta y me despido diciéndole: gracias. Me voy.


4 comentarios:

keiner dijo...

Tigre excelente relato, la verdad alguna vez iré allá, o mejor dicho regresáré ya que estuve alguna vez por ahí, para poder conocer y visitar el luegar donde reposan los restos del poeta.

El Puñalón dijo...

... y pensar que Keiner/Lenny o Dag, estuvo en París y no fue a visitar la tumba de César Vallejo (vaya la dejadez o vaya la ignorancia, lo mismo da)...a esos padres nuestros incluso se le deja rosas...y se les reza...

keiner dijo...

A mi estimado punalon le diré que el día que esté en parís, y de verdad lo deseo veremos si el dinero y el tiempo le permite ir de extremo a extremo, lamentablemente la ignorancia del pensamiento "taxi de 5 soles" hace creer que todo está al alcance de la mano.

Anónimo dijo...

Hace unas semanas encontré el nuevo lugar en el que llace Javier Heraud. Reposa ahora en los Jardines de la Paz, sede La Molina.