jueves, 24 de marzo de 2011

La bestia en Lima (Iron Maiden, Estadio de San Marcos, 23 de marzo de 2011)



Siempre me criticaron que en los conciertos no era demasiado efusivo, que la emoción me la guardaba en los bolsillos. No sé si esa visión era la correcta. Creo que no. Sin embargo, ayer sí que fue la excepción. Cuando Iron Maiden salió al escenario a las 9 de la noche, todo cambió.

La noche limeña prometía, a pesar que la convocatoria no terminaba de pegar y la gente llegaba a cuentagotas. Y digo prometía porque no estaba solo, después de muchísimos años asistía con mis dos mejores amigos a la comunión con la música (Valium en pleno, sus otros miembros están en el destierro). Las cervezas y los puchos iban y venían y el cuerpo estaba preparado para detonar como un cochebomba.

Contracorriente, el grupo peruano telonero, cumplió con creces. Con dos magníficas guitarras y una estridente batería demostró que hay poco que envidiar afuera y dejó algunas frases de antología ("Buenas noches, basuras"; "Aniquila la situación"; "Sácale la mierda a esa guitarra"). Los tres comenzamos a avanzar, entre una marea de sudor y polos negros, el escenario era el objetivo final.

Con una puntualidad inglesa, a las 9 de la noche los reflectores se apagaron y el escenario se convirtió en una pequeña vía láctea. Los acordes del intro de The final frontier dieron paso a la explosión de las tres guitarras, el bajo, la batería y la voz inconfundible de Bruce Dickinson. La bestia estaba nuevamente en Lima y venía dispuesta a arrasar. La espera de 26 años por fin terminaba. Durante las próximas dos horas nadie iba a quedar indiferente.

La noche comenzó a enfriarse (una inusitada lluvia se desató y me hizo pensar por un momento en el Cusco) pero adelante el calor era peor que un sauna. Los cabellos mojados y la gente arremolinada que saltaba sin pausa contagiaban al pogo que poco a poco se fue desatando. 2 minutes to midnight fue el principio del fin. La marea humana nos llevaba de un lado a otro y lo único que quedaba por hacer era dejarse llevar. Intentar resistirse era inútil.

Es difícil tratar de recordar lo que pasó a continuación. Tengo visiones fragmentadas del concierto. Solo sé que la música sonaba y sonaba, potente, sólida, sin pausa. Lo siguiente que recuerdo es un cataclismo de gente saltando y gritando y yo con ellos, abrazado a extraños (cometí el error de ir al baño a medio concierto -mis recientes estrenados riñones no aguantaron tantas cervezas- y, aunque volví a meterme de lleno a la masa de gente de adelante, no pude encontrar de nuevo a mis partners). La gente, cuando había una pausa en esa locura colectiva, socializaba las cervezas, los puchos y hasta los huiros. Acólitos de una religión extraña y desconocida, comulgábamos en conjunto con todos los presentes.

Al final, pude recuperar al fin a mis amigos y terminamos la noche conversando y tomando unas cervezas en un parque, hasta que la policía, patrullero de por medio, nos botó. Ya no seremos los jóvenes de antes, pero ayer pudimos comprobar que nos divertimos igual. 

Dicen que al concierto de Maiden asistieron únicamente 25 mil personas. Sentí que era hermano de todas ellas.

 

Set List
Satellite 15... The Final Frontier
El Dorado
2 Minutes to Midnight
The Talisman
Coming Home
Dance of Death
The Trooper
The Wicker Man
Blood Brothers
When the Wild Wind Blows
The Evil That Men Do
Fear of the Dark
Iron Maiden
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The Number of the Beast
Hallowed Be Thy Name
Running Free



1 comentario:

Anónimo dijo...

me has hecho reir...en verdad leyendo como escribes ahora, yo diria q haz cambiado una barbaridad, pero me da gusto por ti!!!! como dice una amiga, "te soltaste las trenzas!!!"..... slds betty