El 22 de octubre pasado fue uno de los días más felices de los que tengo memoria. La perplejidad y preocupación inicial cedió paso a la alegría y el optimismo. Faltando un minuto para la una de la tarde, bajo un sol intenso y serrano, nació Mikaela Cayetana, mi segunda hija.
Un hijo (a) siempre es una buena noticia. Es un acto de fe y de optimismo. Es una apuesta ciega por el futuro y es una invitación a ser mejores seres humanos. Y aunque sabemos que es un regalo inmerecido para el mundo, sospechamos que las cosas no pueden estar tan mal cuando la vida florece y estalla repentina y bellamente.
Mikaela llegó el 22 de octubre (fecha especial y privada en nuestro calendario amoroso para su mamá y yo) y a partir de entonces nuestra vida nuevamente es un alboroto -como hace siete años, cuando Paz nació- y los horarios han vuelto a ser dislocados sin respeto ni consideración alguna (la noche es el día y viceversa). Los pañales y biberones ocupan el espacio que antes mis libros en la mesa de noche y el tiempo pareciera que no alcanza para nada. Las horas de sueño se suelen extrañar terriblemente.
Sin embargo, y por ahora, nada de eso importa en realidad, pues soy insospechadamente feliz mirando embobado a mi pequeña Mika, mientras el reloj anuncia que ya pasamos medianoche y ella me observa lejana y aburrida, sin apariencia de dormirse todavía.
4 comentarios:
epaaa, felicitaciones hereje y un abrazo desde la distancia para tí y tu esposa....
El puñalón.
Felicitaciones estimado marras y ana.. y si son dos que sean 3 y más!!!! ;-)
Dios los bendiga siempre.
Un saludo desde acá.
Felicitaciones a la distancia, recien me entero por tu blog que eres nuevamente Padre, y me resulta dificil imaginarte en ese papel, se que no tienes veintipocos ya, pero a pesar de los años apenas se te ha despintando el vencelatex de iconoclastia con que te barnizaron de nacimiento, espero que en este nuevo reto tu y ana encuentren el perfecto equilibrio, que por supuesto no existe, y hay que ser un poco loco -y tu lo estas- para salir a buscarlo, pero nunca esta demàs.
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