Una de las razones principales es que quizás jamás volvamos a ver a nuestro querido libro y eso únicamente se lo perdonamos a un buen amigo.
Una considerable parte de mi biblioteca anda desperdigada por aquí y allá, entre amigos muy queridos pero que jamás devuelven los libros prestados (¿sí o no No Future, Puñalón y Kaiserkeller?). A algunos ya me resigné a no volverlos a ver -lo siento, espero que sean felices en su nuevo hogar- a otros, aun guardo la secreta esperanza de organizar una incursión armada a bibliotecas ajenas y recuperarlos a sangre y fuego, cueste lo que cueste -la esperanza es lo último que se pierde-.
Rosendo me prestó hace unas semanas un libro interesante sobre el día a día de la Segunda Guerra Mundial** y sobre cómo ese conflicto desató un duelo mental -acaso más poderoso y con decisivas consecuencias- entre los líderes de las potencias mundiales envueltos en la guerra: Churchill, Roosevelt, Hitler y Stalin. Como casi nunca antes el mundo fue un inmenso tablero de ajedrez y estos 4 personajes entablaron una feroz partida donde se jugaron el todo por el todo.
La pregunta es: ¿devolveré el libro prestado?
* No aconsejo la adolescente técnica de prestar libros a la chica que nos gusta, generalmente nunca los leerá y terminarán arrumados con la ropa sucia y los periódicos viejos.
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