Pocas series más adictivas que
House M.D. Y conste que no soy de púpila fácil. De esos que se encandilan capítulo tras capítulo frente al televisor como idiotas porque sacan una paloma del chistero de cuando en vez. Nones. Pero House M.D. -debo reconocerlo- fue amor a primera vista.
Hugh Laurie (en excelente interpretación, dos Globos de Oro al bolsillo) encarna al médico
Gregory House: lisiado, huraño, anarquista, cínico y adicto a la vicodina. Mezcla de
Sherlock Holmes y
Bernard Shaw, House desentraña los más insólitos casos médicos a través de la deducción y de los diálogos socráticos con sus asistentes (dos hombres y una mujer, todos médicos, que son el contrapunto perfecto para desfogar las fobias del maniático House).
Como jefe del departamento de diagnóstico del hospital universitario Princeton-Plainsboro, House trabaja los más insólitos casos clínicos partiendo de la premisa que todos los pacientes (y en general todos los seres humanos) hacen de la mentira una forma de vida. Por eso muy pocas veces habla con sus pacientes para preguntarles dónde les duele. Siempre ocultarán algo -esencial para el desarrollo del caso- y House debe descubrir qué. Antes que sea demasiado tarde.
Su trabajo es de gabinete, de detective solitario reconstruyendo piezas de un rompecabezas tremendamente complicado. Algunas veces -la mayoría- acierta. Las otras, son gajes del oficio.
Manipulador y anarquista, House suele destruir intelectualmente a quien se le ponga al frente. Ignora los buenos modales y la corrección política y detesta las reglas del mundo civilizado (sobretodo las del hospital donde trabaja). Con su bastón a cuestas y sus píldoras para la felicidad -Vicodina- House parece un Diógenes redivivo en pleno siglo XXI, predispuesto a descreer de todo y de todos.
La serie ya va en su Cuarta Temporada y gracias a mi casero pirata del centro comercial de la ciudad (el único donde puedes encontrar toda la colección de
Buñuel) pude ver los tres primeros capítulos. Aquí, solo (recordemos que en el final de la tercera temporada botó e hizo renunciar a todos sus asistentes) debe enfrentarse a la cruel tarea de entrevistar médicos para suplirlos, mientras se enfrenta a rarísimos casos clínicos. Siendo como es, la tarea nunca es aburrida.
House M.D. o la anarquía como una de las bellas artes.
2 comentarios:
Pon un House, en tu vida...
Uy...Como amo a Dr. House.. XD
Pero más a Robert Chase... idolos...
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