lunes, 17 de setiembre de 2007

Erasmo y mi abuelo


De mi extinto abuelo materno aprendí muchas cosas: su estricto sentido del orden y su espartana vocación por la disciplina, por ejemplo. También aprendí a lidiar con su legendario y arequipeño malhumor que, a veces, afloraba contra todo lo que se moviera en el mundo.

En los dos años que viví en su casa, estudiando en la universidad, en ese difícil tránsito de la adolescencia a la juventud, creo que me gané su cariño y su respeto. También aprendí cosas fundamentales para mi existencia futura.

Recuerdo especialmente una anécdota de esa vida pasada. Llegué borracho al departamento, tambaleándome, con la cabeza girando a mil revoluciones, luego de dar cuenta -junto con un amigo de aquellos primeros años en la universidad- de varios litros de vino -en envase tetra pack- comprados al vuelo en el mercado de Jesús María y cuyo vendedor los tenía expuestos al aire libre y soleándose la mañana entera -y sabe dios cuántos días atrás más-. El hecho es que mi abuelo, percatándose de mi infame estado, me sugirió tomar leche fresca para contrarrestar los efectos del alcohol y me la proporcionó en abundancia. Huelga decir que fue la peor borrachera y resaca subsecuente de la que tengo memoria.
Jamás supe si mi abuelo confiaba en realidad en aquel remedio casero o si lo hizo únicamente para darme una lección -inolvidable- en mi formación alcohólica.

Cuando murió, muy anciano, imaginando historias que ocurrían solo en su mente, no pude estar cerca de él para despedirme y con un abrazo agradecerle por todo. Me dejó como herencia un rebelde reloj chino a cuerda que siempre se adelanta y un ejemplar del "Elogio de la Locura" de Erasmo de Rotterdam. Nunca se lo ví leer, pero sospecho que mi abuelo era un discípulo fiel del buen Erasmo.

Cuando leí el libro y cuando, a menudo, vuelvo a él, como ahora, lo extraño más de la cuenta.

"Cerrar los ojos a los defectos de los amigos, creer en su afecto, alabar sus vicios como si fueran virtudes, ¿no es realmente una locura? El enamorado que besa con pasión una verruga de su amada, el que respira con arrobamiento el aliento fétido de su amiga, el padre que piensa que los ojos de su hijo son los más bellos del mundo, cuando es patente que padece de un pronunciado estrabismo, ¿no son ejemplos vivos y rotundos de estupidez?" (Erasmo, Elogio de la Locura)

3 comentarios:

El Puñalón dijo...

Oye marras, me has traído a la memoria la imagen de tu abuelo, quien de lejos era mejor poeta que todos los que en vano, alguna vez, intentamos serlo. Por cierto, la más anarquista era tu abuela, misma que de reojo espantaba a Kenyi...

Saludos puñales

PD.-El último recital que brindó tu abuelo fue en la despedida de hans, en la casa de Tati, se mandó una maratón de poesía. Un escenario raro fue ese: Hans a punto de moquear, Kenyi había regresado de New Jersey y contaba su experiencia yanqui, merlin pintada de rubia, y Danny pidiendo permiso -como siempre- para vomitar en el baño.

keiner dijo...

buena moco... gratos recuerdos traes a la memory, de hecho recuerdo al abuelo de marras.. y sí fue un personaje muy respetable, tambien recuerdo sus lonches que con flema inglesa y puntualidad alemana los tomaba en las tardes.

Saludos marras!!!!

Anónimo dijo...

oe para tu fotito saca tus DVDS piratas que se observan al lado del libro