viernes, 16 de marzo de 2012

Los 120 de Vallejo


Hoy Vallejo cumple 120 años y, al parecer, todos lo celebran con bombos y platillos, lo cual, en un país con los índices de lectura más bajos de la región, no deja de tener su guasa.

Existen muchos Vallejo, evidentemente. Está el excelente poeta, por supuesto, aquel que retorció las palabras hasta romperles el espinazo, revolucionando la sintaxis y colocándose a la vanguardia de un nuevo lenguaje, incomprendido por muchos de sus contemporáneos (y de los actuales también). Está, también, en nuestro imaginario colectivo, el hombre triste y meditabundo, con la mano apoyada en el mentón y la mirada perdida, imagen que puebla los libros colegiales de lenguaje y los bustos que adornan nuestras plazas, parques y jardines (imagen ésta, por lo demás, nada más alejada de la realidad). Esta, cómo no, el Vallejo hombre, con sus fobias, amores y odios a flor de piel, el que pasó casi medio año encerrado en una maloliente celda trujillana y el que se se fue huyendo del Perú para no regresar nunca más.

Personalmente, de entre todos, me quedo con el Vallejo, romántico y apasionado, que escribió el siguiente poema y que se lo dedico a ella, que lo sabe de sobra. 

¿ . . . . . . . . . . . .

-Si te amara... qué sería?
-Una orgía!
-Y si él te amara?
Sería
todo rituario, pero menos dulce.

Y si tú me quisieras?
La sombra sufriría
justos fracasos en tus niñas monjas.

Culebrean latigazos,
cuando el can ama a su dueño?
-No; pero la luz es nuestra.
Estás enfermo... Vete... Tengo sueño!

( Bajo la alameda vesperal
se quiebra un fragor de rosa ) .
-Idos, pupilas, pronto...
Ya retoña la selva en mi cristal!

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