Algo de eso pensaba. Quise ponerlo en blanco y negro pero me asaltó una tremenda pereza.
El chileno Alberto Fuguet lo hizo por mí.
Acá lo dejo:
Requiem por los blogs
Mientras todos hablan de Google+ o de la tremenda importancia que
tiene Tumblr, mientras un amigo me dice que lo único que le interesa es
transmitir mensajes y emociones a través de las fotos que toma en su
iPhone y que comparte via www.instragram sus fotos procesadas (“la peor
foto te queda cool y para qué escribir si puedo transmitir lo que siento
en imágenes”), pienso en qué pasó con los blogs.
¿A dónde se fueron?
¿Qué pasó?
Toda esa energía, esas palabras, esa poesía digital, esas confesiones de tres-de-la-mañana, a donde se fue.
Por qué la palabra bloggero suena tan pasada de moda como un lambada.
Increíble: uno de los grandes inventos del siglo 21 duro media década.
Yo una vez sostuve, y lo puse por escrito, que el escritor suicida
colombiano Andrés Caicedo era el primer blogger pues, a mediados de los
70s, escribía sus pensamientos y sensaciones emos y los enviaba a
desconocidos por toda América para sentirse menos solo y compartirlos.
Hoy la gente twitea cosas como “Sólo otra vez”
“Q buen delivery de sushi hay en Nuñoa!”
“Grande, Alexis”,
“Buen asado con Natalia: ahora siesta”
y el clásico “Odio los fomingos”.
No quiero atacar twitter.
No voy a atacar twitter.
Entre otras cosas porque, al parecer, ganó.
Y es cierto que sirve para publicitar desde un evento a que te
quebraste una muela a que odiaste tal película o que estás gozando
viendo a los Denver.
Leo a Axel Christensen y algo me queda más claro:
Para cada red, un contenido. Si Twitter es para hacerse escuchar y Facebook para comunicarse…Luego resume lo que quería yo resumir pero, por ser 1.5, no he sido capaz:
Al contrario de Twitter, donde lo que importa es hacerse
escuchar, y de Facebook, para mantener amistades y relaciones, en
Google+ el contenido que reina es sin duda el visual.
OK, welcome a la era de la imagen.
Si es que ya no lo sabíamos.
Yo, al menos, debería estar contento.
A mi me gusta filmar pero –de nuevo- esto de ser “tan siglo 20” te pesa.
Me gustan las palabras, las frases, los pensamientos.
Twitter es como un e-mail corto público; las aplicaciones visuales
son eso: enviar la foto de un cine viejo en provincia y captar que aquel
que tomó esa foto está o deprimido o le gustan las ruinas o… lo visual
se presta aún más para la (mala) interpretación, pero bueno, no voy a
combatir el futuro (perdón, el presente) y yo ahora quiero tener una
cuenta instragr.am, pero volvamos a los blogs.
¿En qué momento se jodieron los bloggeros?
¿Quedan?
¿No son acaso ahora reporteros o columnistas-estrellas digitales?
En qué momento murió el blog tal y cual lo conocemos.
Me dicen que cuando nació twitter.
Buena teoría.
Quedan blogs, es cierto, pero pocos en actividad y casi ninguno está generando contenido mundial o nacional.
La cosa, me explican, es más o menos así:
Aquellos que querían expresarse, o provocar debates, o simplemente
constatar que seguían escuchando a The Smiths en un día nublado, se
pasaron a twitter.
Otros, se suicidaron.
Los más pro transformaron su blog es un página o, mejor, en un
portal. Blog mediáticos de un reportero o columnista sagaz fueron
cooptados por verdaderos medios de comunicación digitales. Un blog para
chicas se transforma en un imperio llamada Zancada o un blog para geeks
empieza a agarrar fuerza como FayerWayer. Los blogs de música y cine
mutaron en sitios o revistas electrónicas.
El chico brillante de región fue contrato por medios consolidados o,
más bien, por nuevos medios y tiene la suerte que no necesita inmigrar a
la gran ciudad.
Me cuesta encontrar un blog anónimo, realizado en solitario, sin
apoyo de otros o auspicios, que tenga importancia. En Estados Unidos,
los grandes bloggers se asociaron a mega-blogs que en el fondo son
revistas y, por cierto, usan twitter como el arma para que ingresen a
leerlos.
Otros se asqueron de blogspot y optaron por su propia página de nombre excéntrico o indisputablemte personal (www.juanperez.com) pero de a poco se aburrieron que igual era lento (“odio wordpress”) o que tenían que pagar por estar en un servidor.
Esto que postear fuera lento es, al parecer, un tema.
Temazo.
El tema: la caída del blog se debe a que, en promedio, la operación
de subir un post de manera atractiva y mulitimediática podía durar unos
diez a doce minutos.
Todos quieren que sea fácil, rápido, ahora.
De ahí el triunfo del twitter.
Carrie Fisher, la Princesa Leia, se adelantó veinte años cuando,
intoxicada por cocaína y ansiedad, escribió que para ella la
gratificación instantánea se demoraba demasiado.
Mal.
O bien: es cosa de ver un partido via twitter o cualquier evento para
captar que, en efecto, París ya no es una fiesta, es la pantalla de tu
lo-que-sea inteligente.
Me cuentan que el blog no nació para expresar tristezas o apoyar tus
películas favoritas o libros sino que fue un invento que consistía en
postear hacia abajo.
Escribir hacia abajo.
Las primeras páginas digitales fueron diseñadas para que la gente los
leyera de izquierda a derecha tal como ha ocurrido hace siglos.
Creo que le debo algo a los blogs.
Me gusta escribir hacia abajo.
Pero hoy me puse a mirar los blogs que tenía marcado entre mis favoritos y capto que algo pasó entre el 2007 y el 2009.
Es raro mirar blogs abandonados: ruinas digitales.
Uno duda si el bloggero murió porque por lo general no hay despedida. Sólo un post intrascendente y luego nada.
El blog, digan lo que digan, era multimediático (ahí quizás su
falencia: mucho link, mucha foto, mucho video embedded) pero también era
una bitácora, era trozos y apuntes y notas y post literarios.
Se habló que iban a salir algunos de los grandes escritores del siglo 21.
Quizás ahí se están formando.
O quizás se perdieron twiteando.
Pero una cosa es cierta: al desparecer el blog (quedan tan pocos, y
los pocos que quedan, son una anomalía y casi molestan por la energía
desplegada por el tozudo que aún cree en la palabra escrita: ojo con
Moleskine, el blog literario de Thays, que en rigor es más una agencia
de noticias literarias), uno intuye que empieza a desaparecer un lector
que era capaz de digerir más de 140 caractéres.
Quizás no.
Quizás ando haciendo el duelo.
Los libros y novelas y cuentos y poemas y revistas seguirán, pero los blogs no.
Alguien me comenta que los blogs murieron por falta de rigurosidad,
por no tener un editor, por no diferenciar el pudor con el
exhibicionismo.
No sé.
Sí sé esto: tengo un blog y me da pereza actualizarlo y, más aún, escribir directamente para él.
Uno al final pertenece a este mundo, lo quiera o no.
Uno también siente que – a veces- quince minutos es demasiado tiempo.
Fin.
PD: http://www.albertofuguet.cl/wordpress/?p=2736
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