¿Qué pasaría si un personaje decide rebelarse contra su autor? ¿Si de pronto cobra vida propia y decide llevar una existencia independiente de la que le tiene reservada su creador? ¿Si decide que, de pronto, no está listo para irse?
Sobre estas premisas el director
Marc Forster ("Monster's Ball", "Descubriendo Nunca Jamás") construye una entretenida película, una sutil mezcla de comedia y tragedia que deviene en una metáfora de la vida misma.
Harold Crick (convincente
Will Ferrell, quien nos demuestra que no sólo las comedias bobaliconas son lo suyo) es un anodino recaudador de impuestos cuya vida sólo tiene sentido por la sumatoria de rutinas con las cuales llena el día, hasta que un día comienza a escuchar una voz de mujer prediciendo lo que hará a lo largo del día y -por si no fuera suficiente- describiendo sus sentimientos.
El diágnostico de esquizofrenia no es suficiente y Crick se convence que es el personaje de una novela a la cual su autora (magistral
Emma Thompson como una novelista depresiva que atraviesa una sequia literaria) quiere matar al final, pero no sabe cómo. A partir de entonces, la vida de este anodino personaje es otra y ayudado por un reputado profesor de literatura (inmejorable
Dustin Hoffman) va en busca de su creadora para saldar cuentas.
La historia de la rebelión de los personajes contra su autor no es nueva y ha sido abordada desde diversos angulos en la literatura, pero creo que es la primera vez (s.e.u.o) que se aborda en el cine de una manera tan original, fresca y divertida.
Recuerdo que cuando era un imberbe desenfadado escribí un cuento (
"Cuando la Lluvia Termine") que abordaba la historia de un personaje renegado por el destino que el mediocre autor le tenía reservado, iniciando contra él una rebelión que terminaría con su libertad.
Quizás es por eso que me gustó tanto la película y su historia, porque me hizo recordar tiempos idos de libertad y esperanza, cuando andaba en la universidad y era "feliz e indocumentado" escribiendo y leyendo como un poseso. Cuando creía que, a pesar de todo, la vida era aún una página en blanco.