Como podrán advertir los escasos lectores del blog, este humilde hereje tiene una devoción casi fanática por el escritor español, así que la recomendación de este libro no es de ninguna manera imparcial, sin embargo, creo que incluso a aquellos que no gustan de la obra novelística de Pérez-Reverte, la lectura de estos artículos no podrán dejarlos indiferentes pues son las visiones universales de un escéptico que conoce muy bien la naturaleza humana y por eso desconfía de ella.
Estos artículos rezuman inteligencia, sabiduría y mucha ganas de joder, todo en ese orden. Pérez-Reverte se agazapa y, como cazador consumado, no deja títere con cabeza en su tarea de ajustar cuentas con la sociedad moderna y la imbecilidad que la circunda. A pesar de estar escritos desde su ámbito español y europeo, las lacras a las cuales señala y desnuda son universales y nos llevan -después de la sátira- a la reflexión obligatoria de cómo, poco a poco, vamos todos -unos más y otros menos- cagándonos olimpícamente en el mundo y nuestros demás congeneres.
("Llega un momento en que el espectáculo de la sórdida condición humana -en la que por supuesto me incluyo- te fatiga la sonrisa, y deja de ser divertido. Justo cuando comprendes que nada de cuanto se diga o se haga podrá cambiar nuestra bellaca e imbécil naturaleza, y a lo más que se puede aspirar es que al malvado o al idiota -a ti mismo, llegado el caso- les sangre la nariz." 1.000 números, 703 artículos)
Por ejemplo, lean lo siguiente y pregúntense si acaso el escritor español no está hablando del Perú:
"A los españoles nos destrozó la vida Reyes, aristócratas, curas y generales. Bajo su dominio discurrimos dando bandazos, de miseria en miseria y de navajazo en navajazo, a causa de la incultura y la brutalidad que impusieron unos y otros. Para ellos sólo fuimos carne de cañón, rebaño listo para el matadero o el paredón según las necesidades de cada momento. Situación a la que en absoluto fuimos ajenos, pues aquí nunca hubo inocentes. Nuestros Reyes, nuestros curas y nuestros generales eran de la misma madre que nos parió. Españoles, a fin de cuentas, con corona, sotana o espada. Y todos, incluso los peores, murieron en la cama. Cada pueblo merece la historia y los gobernantes que tiene." (Nuestros nuevos amos)
Mi amigo El Puñalón hace ya algún tiempo se lamentaba que no hubiese libelistas ni anarquistas de la pluma como los de antes, como el malgeniado y díscolo Alberto Hidalgo o el magnífico Manuel Gonzales Prada, quienes podían resumir perfectamente en un par de carillas el estado de ánimo de un país entero o desnudar la estulticia de sus gobernantes. Pues bien, en Pérez-Reverte tenemos a un escritor como esos de antaño que da la talla. Y no se corre.
Estos artículos se publican, ya lo dije, semanalmente en la revista española XLSemanal, pero también en La Nación de Buenos Aires y Milenio de México, y en la prensa francesa y la italiana, y me pregunto -ingenuamente- porqué ningún diario en el Perú puede hacerse de los derechos de autor y traernos a Pérez-Reverte en directo, sin necesidad de esperar su edición como libro. Por qué El Comercio en vez de publicar los intonsos artículos de tantos Miró-Quesada, que abundan en esas redacciones como moscas sobre la mierda y que suelen escribir sobre la inmortalidad del gato, porqué no, digo yo, en un alarde de genuina democracia cultural publican los punzocortantes artículos de Pérez-Reverte que buena falta nos hacen, pero claro, idiota, olvido que estoy en el Perú y que los propietarios de los medios de comunicación publican, exhiben o ocultan lo que les sale del forro según convenga a sus intereses monetarios o a lo de sus patrones de turno.
Por último, la cereza del pastel. En un artículo llamado "Oportunistas de lo imprescindible" le da con todo a Bolaño y sus sectarios que pregonan a los cuatro vientos que sin el chileno la literatura no sería tal:
"Yo mencioné a Roberto Bolaño. Como ya dije alguna vez en público, es un autor que me parecía -a mí, no a Javier- increíblemente avinagrado y aburrido cuando estaba vivo, y me lo sigue pareciendo muerto. Lo de avinagrado se explica porque en vida nadie le hizo caso ni compró sus libros; eso lo malhumoró mucho y solía meterse con otros autores como si ellos tuvieran la culpa. El caso es que, con el filete empanado a medias, puse a Bolaño como ejemplo. Aparte de que a mí me guste o no, dije, tiene guasa el asunto. Lees algunas columnas actuales de animadores culturales españoles y resulta que Bolaño es imprescindible. Eso, casualmente, ahora que su agente literario le ha montado una bestial promoción post mortem nulla voluptas en Estados Unidos. Podían haberlo dicho cuando estaba vivo y sin agente, digo yo. Ayudándolo a vender más libros y a tener menos mala leche."
Y con dos cojones.
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