Hoy es domingo a la mañana. Por la hora debería estar durmiendo o preparándome para asistir a las clases de maestría en Gobernabilidad Democrática de la cual soy becario. También podría estar preparando el desayuno para mis tres mujeres (mi mujer y mis dos hijas), las cuales -casi literalmente- me quitan el sueño. Digo en condicional, porque en realidad no estoy haciendo ninguna de esas cosas.Hoy domingo estoy en el aeropuerto esperando que un avión me lleve en media hora a la cálida (por decir algo amable) ciudad de Puerto Maldonado. Tengo trabajo que hacer. Me molesta irme. Dejo a mi hija mayor con sus reclamos filiales ("no pasas tiempo con nosotras" "qué buena vida") y mi mujer reprueba discretamente -y ayer no tanto- mis continuos viajes. De consuelo me llevo la sonrisa de mi hija menor desprovista aún de dientes. Me olvidé decirles como despedida cuánto las quiero.
Hasta más tarde, cuando -ojalá- pueda escribir unas cuantas líneas más, esta vez a 40 grados a la sombra.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario